EL APORTE DE MICHEL BALIVO
Michel Balivo
Y la luz se hizo
(Como piel de cebolla… Sin corazón)
Llevamos varias décadas comiendo cuentos, y por eso se viene apretando cada vez más el cinturón, porque lamentablemente los cuentos no engordan, no pueden sustituir a la comida. Los motivos por los que los países sudamericanos y del tercer mundo en general no crecen, son múltiples. Entre ellos que nunca los países que yo sepa han engordado ni crecido.
Pero el más simple y evidente es que hemos sido reducidos a jornaleros y capataces en el mejor de los casos. Otros ponen el dinero o capital y cobran por tal riesgo. Es decir, arriesgan papelitos de colores que el viento se puede llevar o una llama accidental puede quemar, por lo cual han de cobrarnos un porcentaje adelantado, sin importar si hay pérdidas o ganancias.
Hay hechos concretos y hay mucho show, ruido, palabrería y prestidigitación o escamoteo en torno a tales hechos. Por ello creo que ahora más que nunca es bueno separar la dirección de los hechos concretos en pleno acontecimiento, poner de relieve aquellos que los medios de comunicación masiva esconden o disfrazan, clarificando el cúmulo de opiniones que circulan.
Hechos como los de Afganistán, Irak, Palestina, Líbano, hablan por si solos del trasfondo intencional que los impulsa así como de los métodos de violencia e irrespeto por la vida y su ecosistema. Tal vez uno no tenga claro del todo las intenciones que impulsan tales hechos y el alcance de los mismos.
Pero es evidente que lo que interesa no es la democracia, la paz ni el bienestar de los pueblos. Y si alguien ingenuamente creyera aún que todo esto interesa tendría cuando menos que admitir que los métodos o medios para llegar a tales fines son bastante extraños. Destruir infraestructuras y matar gente inocente difícilmente pueda conducir a los fines declamados.
Por otra parte tenemos las amenazas a Irán y Venezuela, todas ellas justificadas por diferentes motivos inventados para cada ocasión, que pueden ser o no en parte ciertos. Pero no son en todo caso diferentes ni mayores que los que suceden en todas partes, comenzando por los países que se declaran liberadores y pacificadores que exhiben los peores índices.
Si se mira debajo de las múltiples acusaciones siempre se encuentran los mismos motivos. Recursos naturales agotables imprescindibles para poder continuar con un modo de vida de despilfarro y consumo ya declarado hace décadas no viable. Geoestrategias de dominio planetario, métodos para volver ingobernables sociedades que plantean caminos alternativos al sistema depredador imperante.
Todo esto son los coletazos, los espasmos finales de un sistema que superpuso y confundió la representación abstracta, mental, con los hechos concretos. Por ejemplo le puso un impuesto a toda actividad productiva, tan simplemente como los señores feudales o los mafiosos cobran para proteger a la colectividad de si mismos.
Luego todo eso lo tradujo a dinero, y además toda transacción se debe realizar en dólares, y finalmente todo fluye y refluye ya a nivel de impulsos electrónicos, sin respaldo de oro, ni de tierras, productos. De ese modo en una bolsa de valores se puede especular con acciones y hacer quebrar en pocas horas un país que está en la otra esquina del mundo.
Nada ha sucedido en ese país, todo sigue normalmente, se produce, se trabaja, las viviendas están en pie. Pero las accionas infladas artificialmente cayeron y el país quebró. Ahora ese país es declarado inseguro y cualquier acreditación de capitales que solo son impulsos electrónicos transferidos de una computadora a otra, para ellos vale el triple.
Por tanto se endeudan de por vida y quedan en manos de sus acreedores, vendieron el país y sus habitantes, hipotecaron para siempre su futuro. Todo ello porque construimos un mundo abstracto cuyos fines se alienaron y desviaron totalmente de su base orgánica, biológica.
El ser humano es, existe, satisface sus necesidades y se conoce a si mismo en su medio natural, en su ecosistema. Cuando concebimos el valor representativo del dinero, que es tan representativo como la democracia, y le damos una dirección no coherente con su entorno natural y humano, generamos un creciente sistema de tensiones que se manifiesta como conflicto social y existencial, estallando por acumulación en violencia.
Este sistema de representaciones abstractas, artificiales, ha reducido el ser humano a una función o apéndice económico al servicio de ciertos intereses e intenciones que también son acumulación y tropismo histórico social que evoluciona mecánicamente, es decir, sin conciencia de si mismo. A esto lo llamamos habitualmente ideologías separándolo netamente de la práctica o ejercicio socioeconómico, de lo que si puede hacerse.
El resultado es que hoy en día un tercio de la humanidad ya no puede satisfacer sus necesidades y el resto lo hace cada vez con mayor esfuerzo y dificultad. Mientras que al intensificarse el saqueo del ecosistema en aras de un hedonismo consumista que no tiene finalidad ni conduce a parte alguna, agotamos los recursos no renovables de nuestro hábitat produciendo fuertes desajustes que amenazan la continuidad de la vida sobre el planeta Tierra.
De este modo cuando tú quieres “salir al mundo” para satisfacer tus necesidades te encuentras en “un mundo ajeno” en que todo tiene dueño. Y claro está los dueños son los herederos de aquellos que le pusieron impuestos a toda actividad, y acumularon ese diezmo por generaciones a costa de la mayoría que producía y había de aportar a unos pocos.
¿Cómo podía terminar un juego con tales reglas sino concentrando propiedades y poder de decisión en unas pocas manos? Así mismo como está terminando, con los productores viviendo como esclavos en un mundo que les resulta ajeno, con un ecosistema depredado y con unos explotadores en el paroxismo de su tropismo acumulado por centurias.
¿Cómo podría ser viable, sostenible un sistema donde tú sacas y sacas y sigues sacando sin reponer jamás nada? ¿Cómo podría una madre vivir si su hijo creciera y viviera pegado solo de su seno? ¿Cómo sobreviviría un organismo con parásitos o cáncer? Simplemente llegaría como nosotros a un punto crítico donde eliminas el parasitismo o se desintegran ambos.
Así pues un medio u organización socioeconómica fuertemente represiva y enajenada de su entorno pone en evidencia la cara íntima del ser humano. Porque como dijimos somos, existimos, satisfacemos nuestras necesidades y nos conocemos a nosotros mismos en un medio natural e histórico, en un ejercicio económico direccionado por un conocimiento cultural.
Y cuando nuestra energía vital no tiene acceso ni punto de aplicación en su entorno se vuelve sobre si misma, se fija y experimenta como fuerte sistema de tensiones, al cual podemos llamarle genéricamente sufrimiento mental.
Eso por un lado se traduce a ensueño que no coincide para nada con la percepción y actividad práctica, vigílica del mundo. Y por otro se somatiza, se convierte en síntomas, en enfermedad, alteración de órganos, desintegración gradual de la siquis y el cuerpo. Por eso no tiene mayor sentido, o es sumamente limitado estudiar al ser humano como individuo o como familia.
Porque uno y otra se desenvuelven dentro de un entorno natural y un momento histórico particular, realizan un ejercicio económico y cultural heredado generacionalmente, mediante el cual satisfacen sus necesidades y aspiran a realizar sus anhelos o ensueños, sus sentidos de vida. Y cuando ese entorno se vuelve represivo la conciencia se sobrecarga, se sobretensa, se distancia del mundo percibido sumergiéndose en niveles penumbrales donde es tomada, sugestionada por ensueños, espejismos, alucinaciones que superpone a su percepción.
Entonces asistimos por ejemplo a un paisaje social erotizado donde las excesivas expectativas sexuales y afectivas hacen naufragar a la institución social del matrimonio y generan un abismo de género y generacional de incomunicación. Porque la energía que debería tener una dirección de acción transformadora de su entorno revierte sobre la misma siquis y el cuerpo.
Otra de las características de esta sobrecarga sexoafectiva es el mesianismo que tan claramente se expresa hoy en muchos líderes de las naciones en una época de supuesta racionalización. Así pues esta sobrecarga, este desequilibrio es justamente lo que pone en evidencia que hay un adentro y un afuera, una intimidad sicológica sentida y un mundo perceptual, visto, palpado, que la conciencia humana intenta mantener equilibrados.
Para comprender a un ser humano no alcanza observar a una persona intentando satisfacer sus necesidades. Para comprender a una pareja y familia no es suficiente interpretar sicológicamente sus relaciones.
Hay que reconocer que todas sus actividades y expectativas se desenvuelven en un medio histórico social heredado que las condiciona fuertemente. Toda la humana expresividad se realiza en un medio natural y es direccionada por un modelo mental de organización socioeconómica en continua y estructural interacción dinámica.
De este modo llegamos a la otra cara de los hechos que nos interesa separar de tanto ruido y show, que en gran parte como ya vimos se debe a la sobrecarga sexual y afectiva que sugestiona la conciencia enajenándola de su percepción y actividades vigílicas, erotizando todas sus expresiones en el mundo.
Nuestra prodigiosa capacidad de abstracción que nos ha permitido movernos en el horizonte temporal, anticiparnos a eventos, organizar y planificar nuestras actividades convenientemente dentro de los ciclos estacionales por ejemplo, debe ahora ajustar su mirada o modelo heredado a un futuro que responda a las necesidades humanas y a las exigencias y limitaciones ambientales que nuestras actividades ponen en evidencia en el ecosistema.
Nuestro modelo mental organizador socioeconómico debe crear una visión educadora de la conciencia en que somos y nos formamos como funciones vivientes que responden a necesidades biológicas y exigencias de un entorno natural e histórico social heredado. El desarrollo de la personalidad solo puede darse dentro del equilibrio de tal condición de la que depende para sobrevivir y crecer.
Todos los elementos de tal organización han de tener acceso garantizado a sus necesidades y derechos comprendiendo que de no resultar así se vuelve inviable, insostenible, porque en la vida todo es estructuralidad, todo es reciprocidad, flujo y reflujo equilibrado. Tanto tomas tanto das, tanto das tanto tomas. Trata a los demás como deseas ser tratado.
Todas las funciones de nuestro cuerpo lo evidencian, no puedes comer más de lo necesario porque deterioras tu salud, no puedes seguir comiendo sin eliminar los residuos de la anterior comida porque te intoxicas. No puedes inspirar sin expirar primero, no puedes agarrar nada más si no abres la mano y sueltas primero eso que aferras.
Esa es la educación bolivariana que se propone. El primer reconocimiento es que toda educación es intencional, tiene una finalidad. Educas para algo, educas con un modelo de vida en vista, educas apuntando a un futuro que visualizas. Y educas dentro de un plan estratégico de la nación, de la confederación de comunidades autogestionadas.
Por tanto a medida que educas propicias ámbitos donde tales conocimientos puedan ser puestos en práctica, interiorizados, integrados a la personalidad. Ya no se trata de conocimiento abstracto sin aplicación en ninguna parte, sino de conocimiento aplicado que desarrolla la conciencia en base a registros de acierto y error.
Cada grupo de estudiantes desarrolla un plan que ha de aplicar a su comunidad, pues crece dentro de ella, sintiéndose parte responsable y protagónica, sabiéndose cosechador de las semillas que siembra. Los registros de acierto o error en la aplicación del conocimiento no se refieren solo a realizar bien una tarea propuesta.
Cada pensamiento da dirección, guía la energía vital a la acción. Cada dirección de acción da registros de acierto o error a nivel de salud-enfermedad, es decir equilibrio o deterioro orgánico. Pero además cada dirección de acción genera diferenciación o complementación creciente con mi entorno natural y humano. Así por ejemplo van surgiendo sistemas de tensión que se traducen a imágenes de superioridad-inferioridad que justifican imponerle mis intenciones a mis semejantes y que por acumulación desembocan en violencia, conflicto social, guerra.
Cuando desarrollo esa dirección de acciones y ese tipo de imágenes me siento separado y diferente, enajenado de mi entorno, solo. Entonces lo compenso con ensueños de dinero, sexo y prestigio, que colectivamente van configurando un modelo mental de violencia que inevitablemente conduce a las circunstancias que hoy hacen crisis en nuestra sociedad.
No es extraño entonces que nos sintamos enajenados de nuestro entorno y que todas nuestras instituciones sociales naufraguen. Que cada vez se evidencien mayores sicosis y neurosis y que todo esto se somatice en extrañas enfermedades que dan cuenta de la desintegración sicobiológica creciente. A su vez todo esto evidencia la estructuralidad de la conciencia humana con su ecosistema que manifiesta los mismos síntomas de alteración.
Es dentro de este contexto que se puede diferenciar la dirección de los hechos integradores continentales del sur, de todas las habladurías bien o mal intencionadas que se hacen circular y se le superponen.
Esta semana en el Aló Presidente se inauguraron veinte empresas sociales de última tecnología para procesar leche, maíz y petroquímicas. Todo ello con transferencia tecnológica iraní. Irán y Venezuela crearon un Fondo de Inversiones mil millonario en dólares para el desarrollo de las naciones sudamericanas. Ya se está invirtiendo también en Nicaragua y Bolivia. Ahora se propone una empresa estatal entre Irán y Venezuela en principio, para importar-exportar entre Sudamérica y el Medio Oriente.
En esa misma dirección se realizó la Cubre Energética de Margarita en estos días donde se acordó el nombre de Unasur a la naciente Unión de Naciones del Sur y una Secretaría permanente que se localizará en Quito, Ecuador, que necesariamente comenzará a defender los intereses reales del continente a los cuales la OEA solo es representativa.
También se creó un Consejo Energético como base de la estrategia para la integración. Dentro de las propuestas está el ahorro y la diversificación de matrices energéticas. Venezuela por ejemplo cambiando los motores de gasolina a gas producirá un ahorro anual de diez mil millones de dólares, mientras que con la sustitución ya realizada de bombillas incandescentes por las de luz fría ahorrará otros dos mil millones.
Como línea general Venezuela está planteando que todo esto que se realiza con Irán, por tomar solo un ejemplo, se planifique para realizarlo simultáneamente en todo el continente acorde a las necesidades de cada nación y pueblo.
La misma dirección lleva la fundación del Banco del Sur a la que Brasil termina de declarar también su adhesión, así como el comenzar a comerciar en monedas locales sin cambio a dólares y en muchos casos como intercambio directo de productos y tecnologías.
Con lo cual necesariamente se amplia y abarata el acceso y los costos del dinero eliminando la intermediación del FMI y el BM y los intereses que representa, con todas sus imposiciones y chantajes. Con estas direcciones de acción concretas, que no son sino la expresión de intenciones, de un sistema de intereses copresente, me parece que se aclara bastante lo que es, de aquello que lo representa, la luna del dedo que la señala.
Quisiera terminar pintando de algún modo una cara de la revolución, de esta coyuntura histórica planetaria, que por lo general la descripción racional de hechos no pone en evidencia. Y en consecuencia nos pasa desapercibida, cuando en realidad es el verdadero motor y sentido de todo.
En Venezuela como en todas partes vivíamos sin esperanza, presa del escepticismo. Sobrevivíamos, durábamos, esperábamos que los días pasaran, que tal vez algún dios se apiadara y cambiara las cosas, que la lotería nos sonriera. En Venezuela como en todas partes éramos espectadores pasivos de las aventuras de galanes de telenovelas y héroes de películas hollywoodenses.
Hoy el ejército ya no reprime, se suma al pueblo, se sabe pueblo armado y recuerda la sentencia bolivariana: “Maldito aquél soldado que levante un fusil contra su pueblo.” Una nueva visión y dirección de acción estratégica imprescindible para que siga habiendo futuro comienza a hacerse gradualmente conciencia social.
Pero lo más hermoso y significativo de todo es que la sensibilidad esencial humana enajenada, ensimismada, comienza a abrirse paso lentamente hacia el mundo nuevamente. Volvemos a ser protagonistas de nuestras vidas, a reconocer nuestros propios sentimientos, a ejercer nuestro derecho natural de elegir como queremos vivir y morir si es necesario.
Las comunidades empiezan a tomar decisiones sobre sus espacios y modos de vida, vuelven a hacerse responsables de sus participantes. Los indigentes son recogidos de la calle y si así lo desean se les restablecen todos sus derechos, se les da todo lo necesario para que vuelvan a sentirse seres humanos creativos, productivos, útiles, valiosos. Para que renazcan de su condición enajenada de cosas motivada por un modelo social excluyente.
La alegría de vivir ha vuelto a las calles, al mundo, Venezuela comienza a verse humana y por ende bonita. No nos preguntamos si esto es o no perfecto, ideal. Solo sentimos nuevamente que la vida vale la pena vivirla, que juntos podemos construir un mañana más satisfactorio. Que no nos espera ninguna catástrofe paralizante de nuestras fuerzas creativas, sino el desarrollo creciente de nuestras capacidades. Y eso es todo cuanto necesitamos sentir y saber para avanzar con confianza en nuestras fuerzas a futuro.
(Como piel de cebolla… Sin corazón)
Llevamos varias décadas comiendo cuentos, y por eso se viene apretando cada vez más el cinturón, porque lamentablemente los cuentos no engordan, no pueden sustituir a la comida. Los motivos por los que los países sudamericanos y del tercer mundo en general no crecen, son múltiples. Entre ellos que nunca los países que yo sepa han engordado ni crecido.
Pero el más simple y evidente es que hemos sido reducidos a jornaleros y capataces en el mejor de los casos. Otros ponen el dinero o capital y cobran por tal riesgo. Es decir, arriesgan papelitos de colores que el viento se puede llevar o una llama accidental puede quemar, por lo cual han de cobrarnos un porcentaje adelantado, sin importar si hay pérdidas o ganancias.
Hay hechos concretos y hay mucho show, ruido, palabrería y prestidigitación o escamoteo en torno a tales hechos. Por ello creo que ahora más que nunca es bueno separar la dirección de los hechos concretos en pleno acontecimiento, poner de relieve aquellos que los medios de comunicación masiva esconden o disfrazan, clarificando el cúmulo de opiniones que circulan.
Hechos como los de Afganistán, Irak, Palestina, Líbano, hablan por si solos del trasfondo intencional que los impulsa así como de los métodos de violencia e irrespeto por la vida y su ecosistema. Tal vez uno no tenga claro del todo las intenciones que impulsan tales hechos y el alcance de los mismos.
Pero es evidente que lo que interesa no es la democracia, la paz ni el bienestar de los pueblos. Y si alguien ingenuamente creyera aún que todo esto interesa tendría cuando menos que admitir que los métodos o medios para llegar a tales fines son bastante extraños. Destruir infraestructuras y matar gente inocente difícilmente pueda conducir a los fines declamados.
Por otra parte tenemos las amenazas a Irán y Venezuela, todas ellas justificadas por diferentes motivos inventados para cada ocasión, que pueden ser o no en parte ciertos. Pero no son en todo caso diferentes ni mayores que los que suceden en todas partes, comenzando por los países que se declaran liberadores y pacificadores que exhiben los peores índices.
Si se mira debajo de las múltiples acusaciones siempre se encuentran los mismos motivos. Recursos naturales agotables imprescindibles para poder continuar con un modo de vida de despilfarro y consumo ya declarado hace décadas no viable. Geoestrategias de dominio planetario, métodos para volver ingobernables sociedades que plantean caminos alternativos al sistema depredador imperante.
Todo esto son los coletazos, los espasmos finales de un sistema que superpuso y confundió la representación abstracta, mental, con los hechos concretos. Por ejemplo le puso un impuesto a toda actividad productiva, tan simplemente como los señores feudales o los mafiosos cobran para proteger a la colectividad de si mismos.
Luego todo eso lo tradujo a dinero, y además toda transacción se debe realizar en dólares, y finalmente todo fluye y refluye ya a nivel de impulsos electrónicos, sin respaldo de oro, ni de tierras, productos. De ese modo en una bolsa de valores se puede especular con acciones y hacer quebrar en pocas horas un país que está en la otra esquina del mundo.
Nada ha sucedido en ese país, todo sigue normalmente, se produce, se trabaja, las viviendas están en pie. Pero las accionas infladas artificialmente cayeron y el país quebró. Ahora ese país es declarado inseguro y cualquier acreditación de capitales que solo son impulsos electrónicos transferidos de una computadora a otra, para ellos vale el triple.
Por tanto se endeudan de por vida y quedan en manos de sus acreedores, vendieron el país y sus habitantes, hipotecaron para siempre su futuro. Todo ello porque construimos un mundo abstracto cuyos fines se alienaron y desviaron totalmente de su base orgánica, biológica.
El ser humano es, existe, satisface sus necesidades y se conoce a si mismo en su medio natural, en su ecosistema. Cuando concebimos el valor representativo del dinero, que es tan representativo como la democracia, y le damos una dirección no coherente con su entorno natural y humano, generamos un creciente sistema de tensiones que se manifiesta como conflicto social y existencial, estallando por acumulación en violencia.
Este sistema de representaciones abstractas, artificiales, ha reducido el ser humano a una función o apéndice económico al servicio de ciertos intereses e intenciones que también son acumulación y tropismo histórico social que evoluciona mecánicamente, es decir, sin conciencia de si mismo. A esto lo llamamos habitualmente ideologías separándolo netamente de la práctica o ejercicio socioeconómico, de lo que si puede hacerse.
El resultado es que hoy en día un tercio de la humanidad ya no puede satisfacer sus necesidades y el resto lo hace cada vez con mayor esfuerzo y dificultad. Mientras que al intensificarse el saqueo del ecosistema en aras de un hedonismo consumista que no tiene finalidad ni conduce a parte alguna, agotamos los recursos no renovables de nuestro hábitat produciendo fuertes desajustes que amenazan la continuidad de la vida sobre el planeta Tierra.
De este modo cuando tú quieres “salir al mundo” para satisfacer tus necesidades te encuentras en “un mundo ajeno” en que todo tiene dueño. Y claro está los dueños son los herederos de aquellos que le pusieron impuestos a toda actividad, y acumularon ese diezmo por generaciones a costa de la mayoría que producía y había de aportar a unos pocos.
¿Cómo podía terminar un juego con tales reglas sino concentrando propiedades y poder de decisión en unas pocas manos? Así mismo como está terminando, con los productores viviendo como esclavos en un mundo que les resulta ajeno, con un ecosistema depredado y con unos explotadores en el paroxismo de su tropismo acumulado por centurias.
¿Cómo podría ser viable, sostenible un sistema donde tú sacas y sacas y sigues sacando sin reponer jamás nada? ¿Cómo podría una madre vivir si su hijo creciera y viviera pegado solo de su seno? ¿Cómo sobreviviría un organismo con parásitos o cáncer? Simplemente llegaría como nosotros a un punto crítico donde eliminas el parasitismo o se desintegran ambos.
Así pues un medio u organización socioeconómica fuertemente represiva y enajenada de su entorno pone en evidencia la cara íntima del ser humano. Porque como dijimos somos, existimos, satisfacemos nuestras necesidades y nos conocemos a nosotros mismos en un medio natural e histórico, en un ejercicio económico direccionado por un conocimiento cultural.
Y cuando nuestra energía vital no tiene acceso ni punto de aplicación en su entorno se vuelve sobre si misma, se fija y experimenta como fuerte sistema de tensiones, al cual podemos llamarle genéricamente sufrimiento mental.
Eso por un lado se traduce a ensueño que no coincide para nada con la percepción y actividad práctica, vigílica del mundo. Y por otro se somatiza, se convierte en síntomas, en enfermedad, alteración de órganos, desintegración gradual de la siquis y el cuerpo. Por eso no tiene mayor sentido, o es sumamente limitado estudiar al ser humano como individuo o como familia.
Porque uno y otra se desenvuelven dentro de un entorno natural y un momento histórico particular, realizan un ejercicio económico y cultural heredado generacionalmente, mediante el cual satisfacen sus necesidades y aspiran a realizar sus anhelos o ensueños, sus sentidos de vida. Y cuando ese entorno se vuelve represivo la conciencia se sobrecarga, se sobretensa, se distancia del mundo percibido sumergiéndose en niveles penumbrales donde es tomada, sugestionada por ensueños, espejismos, alucinaciones que superpone a su percepción.
Entonces asistimos por ejemplo a un paisaje social erotizado donde las excesivas expectativas sexuales y afectivas hacen naufragar a la institución social del matrimonio y generan un abismo de género y generacional de incomunicación. Porque la energía que debería tener una dirección de acción transformadora de su entorno revierte sobre la misma siquis y el cuerpo.
Otra de las características de esta sobrecarga sexoafectiva es el mesianismo que tan claramente se expresa hoy en muchos líderes de las naciones en una época de supuesta racionalización. Así pues esta sobrecarga, este desequilibrio es justamente lo que pone en evidencia que hay un adentro y un afuera, una intimidad sicológica sentida y un mundo perceptual, visto, palpado, que la conciencia humana intenta mantener equilibrados.
Para comprender a un ser humano no alcanza observar a una persona intentando satisfacer sus necesidades. Para comprender a una pareja y familia no es suficiente interpretar sicológicamente sus relaciones.
Hay que reconocer que todas sus actividades y expectativas se desenvuelven en un medio histórico social heredado que las condiciona fuertemente. Toda la humana expresividad se realiza en un medio natural y es direccionada por un modelo mental de organización socioeconómica en continua y estructural interacción dinámica.
De este modo llegamos a la otra cara de los hechos que nos interesa separar de tanto ruido y show, que en gran parte como ya vimos se debe a la sobrecarga sexual y afectiva que sugestiona la conciencia enajenándola de su percepción y actividades vigílicas, erotizando todas sus expresiones en el mundo.
Nuestra prodigiosa capacidad de abstracción que nos ha permitido movernos en el horizonte temporal, anticiparnos a eventos, organizar y planificar nuestras actividades convenientemente dentro de los ciclos estacionales por ejemplo, debe ahora ajustar su mirada o modelo heredado a un futuro que responda a las necesidades humanas y a las exigencias y limitaciones ambientales que nuestras actividades ponen en evidencia en el ecosistema.
Nuestro modelo mental organizador socioeconómico debe crear una visión educadora de la conciencia en que somos y nos formamos como funciones vivientes que responden a necesidades biológicas y exigencias de un entorno natural e histórico social heredado. El desarrollo de la personalidad solo puede darse dentro del equilibrio de tal condición de la que depende para sobrevivir y crecer.
Todos los elementos de tal organización han de tener acceso garantizado a sus necesidades y derechos comprendiendo que de no resultar así se vuelve inviable, insostenible, porque en la vida todo es estructuralidad, todo es reciprocidad, flujo y reflujo equilibrado. Tanto tomas tanto das, tanto das tanto tomas. Trata a los demás como deseas ser tratado.
Todas las funciones de nuestro cuerpo lo evidencian, no puedes comer más de lo necesario porque deterioras tu salud, no puedes seguir comiendo sin eliminar los residuos de la anterior comida porque te intoxicas. No puedes inspirar sin expirar primero, no puedes agarrar nada más si no abres la mano y sueltas primero eso que aferras.
Esa es la educación bolivariana que se propone. El primer reconocimiento es que toda educación es intencional, tiene una finalidad. Educas para algo, educas con un modelo de vida en vista, educas apuntando a un futuro que visualizas. Y educas dentro de un plan estratégico de la nación, de la confederación de comunidades autogestionadas.
Por tanto a medida que educas propicias ámbitos donde tales conocimientos puedan ser puestos en práctica, interiorizados, integrados a la personalidad. Ya no se trata de conocimiento abstracto sin aplicación en ninguna parte, sino de conocimiento aplicado que desarrolla la conciencia en base a registros de acierto y error.
Cada grupo de estudiantes desarrolla un plan que ha de aplicar a su comunidad, pues crece dentro de ella, sintiéndose parte responsable y protagónica, sabiéndose cosechador de las semillas que siembra. Los registros de acierto o error en la aplicación del conocimiento no se refieren solo a realizar bien una tarea propuesta.
Cada pensamiento da dirección, guía la energía vital a la acción. Cada dirección de acción da registros de acierto o error a nivel de salud-enfermedad, es decir equilibrio o deterioro orgánico. Pero además cada dirección de acción genera diferenciación o complementación creciente con mi entorno natural y humano. Así por ejemplo van surgiendo sistemas de tensión que se traducen a imágenes de superioridad-inferioridad que justifican imponerle mis intenciones a mis semejantes y que por acumulación desembocan en violencia, conflicto social, guerra.
Cuando desarrollo esa dirección de acciones y ese tipo de imágenes me siento separado y diferente, enajenado de mi entorno, solo. Entonces lo compenso con ensueños de dinero, sexo y prestigio, que colectivamente van configurando un modelo mental de violencia que inevitablemente conduce a las circunstancias que hoy hacen crisis en nuestra sociedad.
No es extraño entonces que nos sintamos enajenados de nuestro entorno y que todas nuestras instituciones sociales naufraguen. Que cada vez se evidencien mayores sicosis y neurosis y que todo esto se somatice en extrañas enfermedades que dan cuenta de la desintegración sicobiológica creciente. A su vez todo esto evidencia la estructuralidad de la conciencia humana con su ecosistema que manifiesta los mismos síntomas de alteración.
Es dentro de este contexto que se puede diferenciar la dirección de los hechos integradores continentales del sur, de todas las habladurías bien o mal intencionadas que se hacen circular y se le superponen.
Esta semana en el Aló Presidente se inauguraron veinte empresas sociales de última tecnología para procesar leche, maíz y petroquímicas. Todo ello con transferencia tecnológica iraní. Irán y Venezuela crearon un Fondo de Inversiones mil millonario en dólares para el desarrollo de las naciones sudamericanas. Ya se está invirtiendo también en Nicaragua y Bolivia. Ahora se propone una empresa estatal entre Irán y Venezuela en principio, para importar-exportar entre Sudamérica y el Medio Oriente.
En esa misma dirección se realizó la Cubre Energética de Margarita en estos días donde se acordó el nombre de Unasur a la naciente Unión de Naciones del Sur y una Secretaría permanente que se localizará en Quito, Ecuador, que necesariamente comenzará a defender los intereses reales del continente a los cuales la OEA solo es representativa.
También se creó un Consejo Energético como base de la estrategia para la integración. Dentro de las propuestas está el ahorro y la diversificación de matrices energéticas. Venezuela por ejemplo cambiando los motores de gasolina a gas producirá un ahorro anual de diez mil millones de dólares, mientras que con la sustitución ya realizada de bombillas incandescentes por las de luz fría ahorrará otros dos mil millones.
Como línea general Venezuela está planteando que todo esto que se realiza con Irán, por tomar solo un ejemplo, se planifique para realizarlo simultáneamente en todo el continente acorde a las necesidades de cada nación y pueblo.
La misma dirección lleva la fundación del Banco del Sur a la que Brasil termina de declarar también su adhesión, así como el comenzar a comerciar en monedas locales sin cambio a dólares y en muchos casos como intercambio directo de productos y tecnologías.
Con lo cual necesariamente se amplia y abarata el acceso y los costos del dinero eliminando la intermediación del FMI y el BM y los intereses que representa, con todas sus imposiciones y chantajes. Con estas direcciones de acción concretas, que no son sino la expresión de intenciones, de un sistema de intereses copresente, me parece que se aclara bastante lo que es, de aquello que lo representa, la luna del dedo que la señala.
Quisiera terminar pintando de algún modo una cara de la revolución, de esta coyuntura histórica planetaria, que por lo general la descripción racional de hechos no pone en evidencia. Y en consecuencia nos pasa desapercibida, cuando en realidad es el verdadero motor y sentido de todo.
En Venezuela como en todas partes vivíamos sin esperanza, presa del escepticismo. Sobrevivíamos, durábamos, esperábamos que los días pasaran, que tal vez algún dios se apiadara y cambiara las cosas, que la lotería nos sonriera. En Venezuela como en todas partes éramos espectadores pasivos de las aventuras de galanes de telenovelas y héroes de películas hollywoodenses.
Hoy el ejército ya no reprime, se suma al pueblo, se sabe pueblo armado y recuerda la sentencia bolivariana: “Maldito aquél soldado que levante un fusil contra su pueblo.” Una nueva visión y dirección de acción estratégica imprescindible para que siga habiendo futuro comienza a hacerse gradualmente conciencia social.
Pero lo más hermoso y significativo de todo es que la sensibilidad esencial humana enajenada, ensimismada, comienza a abrirse paso lentamente hacia el mundo nuevamente. Volvemos a ser protagonistas de nuestras vidas, a reconocer nuestros propios sentimientos, a ejercer nuestro derecho natural de elegir como queremos vivir y morir si es necesario.
Las comunidades empiezan a tomar decisiones sobre sus espacios y modos de vida, vuelven a hacerse responsables de sus participantes. Los indigentes son recogidos de la calle y si así lo desean se les restablecen todos sus derechos, se les da todo lo necesario para que vuelvan a sentirse seres humanos creativos, productivos, útiles, valiosos. Para que renazcan de su condición enajenada de cosas motivada por un modelo social excluyente.
La alegría de vivir ha vuelto a las calles, al mundo, Venezuela comienza a verse humana y por ende bonita. No nos preguntamos si esto es o no perfecto, ideal. Solo sentimos nuevamente que la vida vale la pena vivirla, que juntos podemos construir un mañana más satisfactorio. Que no nos espera ninguna catástrofe paralizante de nuestras fuerzas creativas, sino el desarrollo creciente de nuestras capacidades. Y eso es todo cuanto necesitamos sentir y saber para avanzar con confianza en nuestras fuerzas a futuro.