INDICE POLITICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
EL "TRIUNFO" DE PAREDES
LOS MEDIOS TRADICIONALES han lanzado vítores, fanfarrias y aclamaciones al conocerse el resultado de la selección –que no elección— de la nueva dirigencia nacional del PRI. Acríticos, han soslayado la prevalencia del viejo y nocivo corporativismo a cargo de los "jefes políticos" estatales y, lo peor, la intromisión del gobierno panista en favor de la fórmula "ganadora".
Claro está que en 11 de los 17 estados que aún gobierna el partido que alguna vez fuera revolucionario y hoy ya ni siquiera es institucional, Paredes "arrasó" con votaciones casi casi "zapato", lo que sencillamente obedece a la "línea" trazada por cada uno de esos mandatarios estatales, que dócilmente siguieron los "delegados" priístas.
Más que buscar el voto libre de esos "delegados", Paredes acudió a cada una de las capitales estatales –lo mismo hizo Enrique Jackson, con menor suerte-- a negociar con los "primeros priístas" el apoyo a su reiterada aspiración de dirigir los destinos (?) del tricolor.
¿Qué negoció? No se necesita a una cartomanciana para dilucidarlo: dejará a los gobernadores que se arreglaron con ella las "manos libres" en la selección de candidatos a puestos de elección popular. Aspirantes a alcaldes, diputaciones locales y, en algunos casos, a diputaciones federales para no hablar de lo obvio que es la candidatura del sucesor, serán escogidos por el gobernador apalabrado, dejando a Paredes la decorativa tarea de sólo sancionar.
Con ello se nutrirán y fortalecerán los liderazgos o cacicazgos estatales y regionales, relegando al Comité ¿Nacional? que encabezará Paredes a un papel meramente ornamental.
Nada nuevo. Así operó Madrazo. Fortaleció a los "jefes" estatales. Y luego éstos le clavaron la puñalada por detrás.
No es eso, empero, lo que interesa a la tlaxcalteca. Enamorada del poder (presidencial), coquetea con él. Por tal fue que permitió y hasta alentó versiones que la ubicaban en el gabinete calderonista, entonces en formación.
Por eso es que también recibió con agrado los indudables apoyos que, desde Los Pinos, recibió su segunda y "triunfal" candidatura a la dirección del PRI. Obvio es que en las entidades donde el tricolor no forma gobierno, sobremanera en aquellos que políticamente están a cargo de militantes del blanquiazul, los delegados del gobierno federal operaron para Paredes. Amor con amor se paga. Queda parcialmente cubierto, así, el sustento que Paredes dio a la "legitimación" de Calderón, al presentarse, cual priísta, como posible integrante de su equipo más cercano de colaboradores.
Paredes y Calderón, recuérdese, coordinaron a sus respectivas bancadas en la primera Cámara Baja del periodo sexenal anterior.
De que hay entendimiento con el PAN, lo hay.
No en balde los más conspicuos panistas, como los medios tradicionales, han lanzado vítores, fanfarrias y aclamaciones al conocerse el resultado de la selección –que no elección— de la nueva dirigencia nacional del PRI. Los más felices son ellos.
Otra cosa sería, si la hubieran criticado. ¿O no?
LOS MEDIOS TRADICIONALES han lanzado vítores, fanfarrias y aclamaciones al conocerse el resultado de la selección –que no elección— de la nueva dirigencia nacional del PRI. Acríticos, han soslayado la prevalencia del viejo y nocivo corporativismo a cargo de los "jefes políticos" estatales y, lo peor, la intromisión del gobierno panista en favor de la fórmula "ganadora".
Claro está que en 11 de los 17 estados que aún gobierna el partido que alguna vez fuera revolucionario y hoy ya ni siquiera es institucional, Paredes "arrasó" con votaciones casi casi "zapato", lo que sencillamente obedece a la "línea" trazada por cada uno de esos mandatarios estatales, que dócilmente siguieron los "delegados" priístas.
Más que buscar el voto libre de esos "delegados", Paredes acudió a cada una de las capitales estatales –lo mismo hizo Enrique Jackson, con menor suerte-- a negociar con los "primeros priístas" el apoyo a su reiterada aspiración de dirigir los destinos (?) del tricolor.
¿Qué negoció? No se necesita a una cartomanciana para dilucidarlo: dejará a los gobernadores que se arreglaron con ella las "manos libres" en la selección de candidatos a puestos de elección popular. Aspirantes a alcaldes, diputaciones locales y, en algunos casos, a diputaciones federales para no hablar de lo obvio que es la candidatura del sucesor, serán escogidos por el gobernador apalabrado, dejando a Paredes la decorativa tarea de sólo sancionar.
Con ello se nutrirán y fortalecerán los liderazgos o cacicazgos estatales y regionales, relegando al Comité ¿Nacional? que encabezará Paredes a un papel meramente ornamental.
Nada nuevo. Así operó Madrazo. Fortaleció a los "jefes" estatales. Y luego éstos le clavaron la puñalada por detrás.
No es eso, empero, lo que interesa a la tlaxcalteca. Enamorada del poder (presidencial), coquetea con él. Por tal fue que permitió y hasta alentó versiones que la ubicaban en el gabinete calderonista, entonces en formación.
Por eso es que también recibió con agrado los indudables apoyos que, desde Los Pinos, recibió su segunda y "triunfal" candidatura a la dirección del PRI. Obvio es que en las entidades donde el tricolor no forma gobierno, sobremanera en aquellos que políticamente están a cargo de militantes del blanquiazul, los delegados del gobierno federal operaron para Paredes. Amor con amor se paga. Queda parcialmente cubierto, así, el sustento que Paredes dio a la "legitimación" de Calderón, al presentarse, cual priísta, como posible integrante de su equipo más cercano de colaboradores.
Paredes y Calderón, recuérdese, coordinaron a sus respectivas bancadas en la primera Cámara Baja del periodo sexenal anterior.
De que hay entendimiento con el PAN, lo hay.
No en balde los más conspicuos panistas, como los medios tradicionales, han lanzado vítores, fanfarrias y aclamaciones al conocerse el resultado de la selección –que no elección— de la nueva dirigencia nacional del PRI. Los más felices son ellos.
Otra cosa sería, si la hubieran criticado. ¿O no?