PLAZA PUBLICA
Miguel Ángel Granados Chapa
Minimato foxista
Hoy volverá a la ciudad de México el ex presidente Fox. Al parecer realizará un acto de campaña, que son sus favoritos, lo que sabe hacer. Manuel Espino, líder del PAN, lo promueve a la Presidencia de la Internacional Demócrata de Centro (como se llama ahora la antigua Internacional Demócrata Cristiana), y aprovechará un acto de la Organización Demócrata Cristiana de América (que sigue llamándose así, sin pretender disimular) para iniciar su proselitismo. Espino fue elegido en diciembre presidente de la ODCA y le puso casa en el Paseo de la Reforma misma que hoy será inaugurada, mientras el presidente Calderón se halla de viaje y que fue sede de una fundación panista.
El retorno de Fox, y el propósito que en apariencia lo anima, contradicen sus anuncios de que retirado de la política disfrutaría sus remozadas y prósperas estancias y ranchos en San Cristóbal, ocupado en la erección de un memorial al modo de los ex presidentes norteamericanos, una egoteca como la que intentó el ex presidente Echeverría. Pero hay indicaciones de que Fox nunca pretendió marcharse en realidad y, al contrario, quiere hacer patente su presencia en el mando del país.
Espino ayudó a evidenciar esa presencia incorporando al comité nacional que encabeza a tres colaboradores de Fox, los ex secretarios de Gobernación, Relaciones Exteriores y Trabajo, respectivamente Carlos Abascal, Luis Ernesto Derbez y Francisco Javier Salazar. Este último es panista de viejo cuño, fue diputado federal en 1994 y en su natal San Luis Potosí buscó ser candidato a gobernador en contienda interna con Marcelo de los Santos, que lo venció. Pero debe a Fox su ascenso político hasta el gabinete, y ésa es la razón por la que ingresó al órgano de dirección nacional. Abascal y Derbez no eran panistas cuando Fox los nombró secretarios (en ese momento de Trabajo y de Economía) y sólo se afiliaron al partido hace poco, menos de un lustro. El ex Secretario de Gobernación, el más avisado de los tres en estas andanzas, niega que la incorporación del trío suponga presencia de su ex jefe, y menos una presencia contraria a Felipe Calderón. Pero no puede negar lo evidente.
Ciertamente, esa presencia no sería contraria al ahora Presidente pero sí lo acotaría. Fox trabajó árduamente para que Calderón fuera el presidente de la República y el beneficiario de esa labor mostró su convicción de que debe ser retribuido. Por eso medio gabinete surgió del anterior. Algunos de sus miembros, como Rodolfo Elizondo y Abelardo Escobar se quedaron donde Fox los dejó, Turismo y Reforma Agraria. Otros mudaron su domicilio: Josefina Vázquez Mota pasó de la Secretaría de Desarrollo Social a la de Educación Pública (previa escala, también ordenada por Fox, en la campaña calderonista); Alberto Cárdenas transitó de la Secretaría del Medio ambiente a la de Agricultura (con el intermedio de su fallida aspiración presidencial); Eduardo Sojo trocó la Coordinación de Políticas Públicas, muy cercana a la oficina presidencial, por la Secretaría de Economía; Eduardo Medina-Mora fue secretario de Seguridad Pública y es ahora el Procurador General de la República. Otros miembros del gabinete actual figuraron en el segundo plano del anterior y por eso pueden ser tenidos como foxistas. Es el caso del secretario de Hacienda, del de la Defensa Nacional y del titular de la Semarnat, que fueron subsecretarios: Agustín Carstens, Guillermo Galván y Juan Rafael Elvira: la mitad del gabinete de Calderón lo fue del gabinete de Fox (al que el propio Presidente perteneció).
Es comprensible la permanencia de funcionarios en sus lugares o en sitios semejantes, cuando la sucesión se da entre miembros del mismo partido. Lo singular de este caso, sin embargo, es el número de los involucrados, su emplazamiento estratégico y la liga de su nombramiento con acciones que desde el partido al que todos ellos pértenecen buscan hacer que la continuidad deseable se convierta, o aparezca como sujeción de la nueva administración al jefe de la anterior.
Fox tomó providencias en otros frentes para no quedar desguarnecido. El que fue su colaborador principal, y quien hubiera sido el candidato idóneo a su propia sucesión, Ramón Muñoz, y Santiago Creel son senadores y el segundo es el coordinador de la bancada blanquiazul en Xicoténcatl. Puesto que el que hace sus veces en San Lázaro, Héctor Larios, tampoco formaba parte del grupo cercano a Calderón, es claro que obedece a intereses ajenos a él. Recuérdese que en el PAN el presidente del partido designa a los líderes de las fracciones parlamentarias.
El anuncio de Espino de que postulará a Fox para que encabece la IDC, independientemente de su viabilidad ofrece una pista sobre la autoría de la estrategia que trae a Fox de regreso para intentar, si no se ha consolidado todavía, un minimato, como se llamaría al intento de cercar al Presidente de la República desde el pasado. En el caso de Calles se llamó a ese fenómeno maximato, pero todos convendrán en que no es el caso de reproducir esa denominación.
La Internacional Demócrata del Centro nació, como Unión Mundial Demócrata Cristiana en 1961, y 21 años después se transformó en Internacional Demócrata Cristiana. Para evitar que en la época de crecientes tensiones surgidas del fundamentalismo esa organización se vea afectada por un factor en apariencia religioso, en 2001 adquirió su actual denominación, que también sirve para ocultar el conservadurismo de partidos de derecha como el PP español.
Hoy volverá a la ciudad de México el ex presidente Fox. Al parecer realizará un acto de campaña, que son sus favoritos, lo que sabe hacer. Manuel Espino, líder del PAN, lo promueve a la Presidencia de la Internacional Demócrata de Centro (como se llama ahora la antigua Internacional Demócrata Cristiana), y aprovechará un acto de la Organización Demócrata Cristiana de América (que sigue llamándose así, sin pretender disimular) para iniciar su proselitismo. Espino fue elegido en diciembre presidente de la ODCA y le puso casa en el Paseo de la Reforma misma que hoy será inaugurada, mientras el presidente Calderón se halla de viaje y que fue sede de una fundación panista.
El retorno de Fox, y el propósito que en apariencia lo anima, contradicen sus anuncios de que retirado de la política disfrutaría sus remozadas y prósperas estancias y ranchos en San Cristóbal, ocupado en la erección de un memorial al modo de los ex presidentes norteamericanos, una egoteca como la que intentó el ex presidente Echeverría. Pero hay indicaciones de que Fox nunca pretendió marcharse en realidad y, al contrario, quiere hacer patente su presencia en el mando del país.
Espino ayudó a evidenciar esa presencia incorporando al comité nacional que encabeza a tres colaboradores de Fox, los ex secretarios de Gobernación, Relaciones Exteriores y Trabajo, respectivamente Carlos Abascal, Luis Ernesto Derbez y Francisco Javier Salazar. Este último es panista de viejo cuño, fue diputado federal en 1994 y en su natal San Luis Potosí buscó ser candidato a gobernador en contienda interna con Marcelo de los Santos, que lo venció. Pero debe a Fox su ascenso político hasta el gabinete, y ésa es la razón por la que ingresó al órgano de dirección nacional. Abascal y Derbez no eran panistas cuando Fox los nombró secretarios (en ese momento de Trabajo y de Economía) y sólo se afiliaron al partido hace poco, menos de un lustro. El ex Secretario de Gobernación, el más avisado de los tres en estas andanzas, niega que la incorporación del trío suponga presencia de su ex jefe, y menos una presencia contraria a Felipe Calderón. Pero no puede negar lo evidente.
Ciertamente, esa presencia no sería contraria al ahora Presidente pero sí lo acotaría. Fox trabajó árduamente para que Calderón fuera el presidente de la República y el beneficiario de esa labor mostró su convicción de que debe ser retribuido. Por eso medio gabinete surgió del anterior. Algunos de sus miembros, como Rodolfo Elizondo y Abelardo Escobar se quedaron donde Fox los dejó, Turismo y Reforma Agraria. Otros mudaron su domicilio: Josefina Vázquez Mota pasó de la Secretaría de Desarrollo Social a la de Educación Pública (previa escala, también ordenada por Fox, en la campaña calderonista); Alberto Cárdenas transitó de la Secretaría del Medio ambiente a la de Agricultura (con el intermedio de su fallida aspiración presidencial); Eduardo Sojo trocó la Coordinación de Políticas Públicas, muy cercana a la oficina presidencial, por la Secretaría de Economía; Eduardo Medina-Mora fue secretario de Seguridad Pública y es ahora el Procurador General de la República. Otros miembros del gabinete actual figuraron en el segundo plano del anterior y por eso pueden ser tenidos como foxistas. Es el caso del secretario de Hacienda, del de la Defensa Nacional y del titular de la Semarnat, que fueron subsecretarios: Agustín Carstens, Guillermo Galván y Juan Rafael Elvira: la mitad del gabinete de Calderón lo fue del gabinete de Fox (al que el propio Presidente perteneció).
Es comprensible la permanencia de funcionarios en sus lugares o en sitios semejantes, cuando la sucesión se da entre miembros del mismo partido. Lo singular de este caso, sin embargo, es el número de los involucrados, su emplazamiento estratégico y la liga de su nombramiento con acciones que desde el partido al que todos ellos pértenecen buscan hacer que la continuidad deseable se convierta, o aparezca como sujeción de la nueva administración al jefe de la anterior.
Fox tomó providencias en otros frentes para no quedar desguarnecido. El que fue su colaborador principal, y quien hubiera sido el candidato idóneo a su propia sucesión, Ramón Muñoz, y Santiago Creel son senadores y el segundo es el coordinador de la bancada blanquiazul en Xicoténcatl. Puesto que el que hace sus veces en San Lázaro, Héctor Larios, tampoco formaba parte del grupo cercano a Calderón, es claro que obedece a intereses ajenos a él. Recuérdese que en el PAN el presidente del partido designa a los líderes de las fracciones parlamentarias.
El anuncio de Espino de que postulará a Fox para que encabece la IDC, independientemente de su viabilidad ofrece una pista sobre la autoría de la estrategia que trae a Fox de regreso para intentar, si no se ha consolidado todavía, un minimato, como se llamaría al intento de cercar al Presidente de la República desde el pasado. En el caso de Calles se llamó a ese fenómeno maximato, pero todos convendrán en que no es el caso de reproducir esa denominación.
La Internacional Demócrata del Centro nació, como Unión Mundial Demócrata Cristiana en 1961, y 21 años después se transformó en Internacional Demócrata Cristiana. Para evitar que en la época de crecientes tensiones surgidas del fundamentalismo esa organización se vea afectada por un factor en apariencia religioso, en 2001 adquirió su actual denominación, que también sirve para ocultar el conservadurismo de partidos de derecha como el PP español.
posted by H2AGUA at
10:18 a.m.
