FeCAL Y SU HIPOCRESIA A MAS NO PODER, ES CLASICO EN ALCOHOLICOS
jenaro villamil
Calderón, hipocresía ante la UNAM
México, D.F., 12 de diciembre (apro).- El fin de semana pasado, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Juan Ramón de la Fuente recibió una llamada del presidente Felipe Calderón. El primer mandatario se deslindó de las declaraciones del diputado de su partido Raúl Alejandro Padilla Orozco, presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara baja, quien días antes manifestó su beneplácito por el recorte de más de 1 mil millones de pesos destinado a la máxima casa de estudios del país. “Esa no es responsabilidad nuestra”, la dijo Calderón a Padilla Orozco.
Fiel a su estilo, Calderón muestra nuevamente una doble cara. En privado, se disculpa con el rector de la UNAM, pero públicamente su secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y sus principales asesores económicos son los responsables de un proyecto presupuestal que no sólo establece un recorte sustancial a la UNAM, sino una disminución importante hacia todas las áreas de investigación científica y poco más de 4 mil millones de pesos de disminución a todas las áreas de la educación pública.
Los exabruptos de Raúl Padilla Orozco no son accidentales ni mucho menos responsabilidad sólo de él. Padilla Orozco forma parte de los diputados más cercanos al equipo calderonista. Sus opiniones reflejan el prejuicio ampliamente documentado antes, durante y después de la campaña electoral del equipo de Felipe Calderón contra la UNAM.
Incluso, no son pocos los que olvidan que, desde 2000, cuando el actual presidente de la República fungía como coordinador de la bancada del PAN en la Cámara de Diputados, subrayaba en corto que la UNAM era un “nido de grillos” y que era necesario disminuir lo que siempre han considerado un “subsidio” gubernamental y no el cumplimiento del artículo 3 constitucional.
Durante la campaña, un equipo de asesores en materia educativa, egresados del ITAM y que se ostentaban como parte del equipo de Calderón, circularon un correo electrónico, donde proponían disminuir los recursos a la UNAM, “revisar” nuevamente la posibilidad de establecer cuotas de los alumnos”. Justificaban su posición señalando que la máxima casa de estudios del país ha abandonado su carácter de “excelencia educativa”. Ignoraban u ocultaban que la UNAM es la única universidad mexicana, entre las públicas y privadas, identificadas a nivel internacional como una de las 100 más importantes del mundo.
Un estudio del diario británico The Times ubicó a la UNAM en el lugar 74 de su ranking de 100 mejores universidades, por encima de muchas instituciones de educación superior que se convirtieron en “moda” para los calderonistas, como el propio ITAM, el Tec de Monterrey, la Complutense de Madrid y decenas de universidades norteamericanas, cuyos títulos de posgrado ostentan buena parte de los miembros del actual gabinete, incluido el propio presidente.
Cuando se dio a conocer ese correo electrónico, el entonces coordinador de prensa de Calderón, Max Cortázar llamó telefónicamente a éste y a otros periodistas que dieron por bueno el correo electrónico de los académicos del ITAM. Cortázar –quien también se ha dedicado a mandar advertencias a comentaristas como José Gutiérrez Vivó, de que se “está castigado” y sólo si se “porta bien” podrá entrar en el círculo de afinidades de Calderón--, negó tajantemente que existiera un plan para disminuirle los recursos a la UNAM.
Le pedí que me enviara un boletín por escrito para ofrecer la versión del equipo calderonista. Por supuesto, esta aclaración nunca llegó.
Algo similar hizo el propio presidente Calderón con el rector de la UNAM. Los calderonomics piensan que basta con la palabra para creerles, cuando los hechos son absolutamente contrastantes. Si realmente el PAN y Calderón se deslindan de los dichos y prejuicios del diputado Raúl Padilla Orozco, lo que tienen que realizar no son llamadas telefónicas ni declaraciones rimbombantes recordando a Efraín Gómez Morín como exrector de la UNAM. Lo que se requiere es un nuevo proyecto de presupuesto que transforme los recortes a la enseñanza básica, media y superior que proyecta su gobierno para 2007.
No son las excusas, sino los hechos lo que cuentan. Todo lo demás es hipocresía, en el mejor de los casos, o engaño abierto, en el peor.
México, D.F., 12 de diciembre (apro).- El fin de semana pasado, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Juan Ramón de la Fuente recibió una llamada del presidente Felipe Calderón. El primer mandatario se deslindó de las declaraciones del diputado de su partido Raúl Alejandro Padilla Orozco, presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara baja, quien días antes manifestó su beneplácito por el recorte de más de 1 mil millones de pesos destinado a la máxima casa de estudios del país. “Esa no es responsabilidad nuestra”, la dijo Calderón a Padilla Orozco.
Fiel a su estilo, Calderón muestra nuevamente una doble cara. En privado, se disculpa con el rector de la UNAM, pero públicamente su secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y sus principales asesores económicos son los responsables de un proyecto presupuestal que no sólo establece un recorte sustancial a la UNAM, sino una disminución importante hacia todas las áreas de investigación científica y poco más de 4 mil millones de pesos de disminución a todas las áreas de la educación pública.
Los exabruptos de Raúl Padilla Orozco no son accidentales ni mucho menos responsabilidad sólo de él. Padilla Orozco forma parte de los diputados más cercanos al equipo calderonista. Sus opiniones reflejan el prejuicio ampliamente documentado antes, durante y después de la campaña electoral del equipo de Felipe Calderón contra la UNAM.
Incluso, no son pocos los que olvidan que, desde 2000, cuando el actual presidente de la República fungía como coordinador de la bancada del PAN en la Cámara de Diputados, subrayaba en corto que la UNAM era un “nido de grillos” y que era necesario disminuir lo que siempre han considerado un “subsidio” gubernamental y no el cumplimiento del artículo 3 constitucional.
Durante la campaña, un equipo de asesores en materia educativa, egresados del ITAM y que se ostentaban como parte del equipo de Calderón, circularon un correo electrónico, donde proponían disminuir los recursos a la UNAM, “revisar” nuevamente la posibilidad de establecer cuotas de los alumnos”. Justificaban su posición señalando que la máxima casa de estudios del país ha abandonado su carácter de “excelencia educativa”. Ignoraban u ocultaban que la UNAM es la única universidad mexicana, entre las públicas y privadas, identificadas a nivel internacional como una de las 100 más importantes del mundo.
Un estudio del diario británico The Times ubicó a la UNAM en el lugar 74 de su ranking de 100 mejores universidades, por encima de muchas instituciones de educación superior que se convirtieron en “moda” para los calderonistas, como el propio ITAM, el Tec de Monterrey, la Complutense de Madrid y decenas de universidades norteamericanas, cuyos títulos de posgrado ostentan buena parte de los miembros del actual gabinete, incluido el propio presidente.
Cuando se dio a conocer ese correo electrónico, el entonces coordinador de prensa de Calderón, Max Cortázar llamó telefónicamente a éste y a otros periodistas que dieron por bueno el correo electrónico de los académicos del ITAM. Cortázar –quien también se ha dedicado a mandar advertencias a comentaristas como José Gutiérrez Vivó, de que se “está castigado” y sólo si se “porta bien” podrá entrar en el círculo de afinidades de Calderón--, negó tajantemente que existiera un plan para disminuirle los recursos a la UNAM.
Le pedí que me enviara un boletín por escrito para ofrecer la versión del equipo calderonista. Por supuesto, esta aclaración nunca llegó.
Algo similar hizo el propio presidente Calderón con el rector de la UNAM. Los calderonomics piensan que basta con la palabra para creerles, cuando los hechos son absolutamente contrastantes. Si realmente el PAN y Calderón se deslindan de los dichos y prejuicios del diputado Raúl Padilla Orozco, lo que tienen que realizar no son llamadas telefónicas ni declaraciones rimbombantes recordando a Efraín Gómez Morín como exrector de la UNAM. Lo que se requiere es un nuevo proyecto de presupuesto que transforme los recortes a la enseñanza básica, media y superior que proyecta su gobierno para 2007.
No son las excusas, sino los hechos lo que cuentan. Todo lo demás es hipocresía, en el mejor de los casos, o engaño abierto, en el peor.