EL SALARIO DEL ESPURIO
ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
EL SALARIO PRESIDENCIAL
"Golondrina que no hace verano. Insuficiente"
Manlio Fabio Beltrones
PARA NO IR muy lejos, en Nicaragua y en el 2001, un decreto presidencial redujo el salario del Ejecutivo en un 35 por ciento. Poco después de tomar posesión, el ahora ex presidente peruano Fernando Toledo se disminuyó el sueldo, después de amplias críticas, a la cifra de 18 mil dólares que obtenía al mes. No sólo ordenó una disminución, a 12 mil dólares, sino que donó todo lo que había recibido por encima de esa cifra a un fondo para la educación de jóvenes. En Gran Bretaña, en 1997, al llegar al 10 de Downing Street, Tony Blair renunció al 40 por ciento de su salario y la mayoría de los ministros también disminuyeron el suyo un 27 por ciento.
¡Esas sí que fueron reducciones salariales!
La instrumentada apenas por el señor Calderón, de tan sólo 10 por ciento de reducción a sus percepciones y a las de sus cercanos colaboradores, no es sino una ridiculez, sobremanera si se toma en cuenta que Vicente Fox, su antecesor, tenía un sueldo superior al que devenga el presidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero.
Por eso es que, desde hace un quinquenio, el monto de las percepciones saláriales de los altos funcionarios gubernamentales se ha convertido en parte de la agenda actual de la política mexicana, ya que existe, desde fines de la década pasada, una clara tendencia por incrementar, sobredimensionadamente, el monto de los salarios y compensaciones que perciben los altos gobernantes tanto del nivel federal, estatal o municipal. Hay, en efecto, una gran discrepancia en el monto de los salarios asignados correspondientes a los mismos cargos y puestos públicos; en varios casos (poder legislativo y municipios) los montos de los salarios, incentivos y compensaciones se autoasignan de manera discrecional por los mismos altos funcionarios y hay una tendencia a aumentar desproporcionadamente las percepciones e incentivos de los altos funcionarios gubernamentales, a pesar de difícil coyuntura económica por la que atraviesa la economía mexicana.
Por si fuera poco, el grueso de sus percepciones no es susceptible de impuestos. El caso del que corresponde al Presidente de la República es ejemplificativo: tienen sueldo, compensación, gastos de representación, despensa, transporte, gratificaciones, gastos médicos… y sólo el sueldo, que es mínimo en esta lista, paga impuestos.
Desde el sexenio anterior, además, tienen los funcionarios públicos una prestación adicional. Ahorran mensualmente una cantidad, digamos 10 mil pesos, y el gobierno federal les da un 100 por ciento adicional a lo ahorrado. Cada mes, entonces, abultan su cuenta de ahorros, en este ejemplo, 20 mil pesos.
Hay quienes aducen que pagar menos a los funcionarios redunda en peores servidores públicos. Es una falacia. El señor López Obrador redujo sus percepciones, trabajó como ninguno de sus antecesores en el gobierno de la capital lo había hecho –excepción hecha de Uruchurtu y Hank-- ¡¡¡y hasta tiempo se dio para hacer campaña y ser hoy "Presidente Legítimo"!!!
Hay que reducir, en serio, los salarios de los funcionarios.
No nada más en un simbólico 10 por ciento.
FRANCISCO RODRÍGUEZ
EL SALARIO PRESIDENCIAL
"Golondrina que no hace verano. Insuficiente"
Manlio Fabio Beltrones
PARA NO IR muy lejos, en Nicaragua y en el 2001, un decreto presidencial redujo el salario del Ejecutivo en un 35 por ciento. Poco después de tomar posesión, el ahora ex presidente peruano Fernando Toledo se disminuyó el sueldo, después de amplias críticas, a la cifra de 18 mil dólares que obtenía al mes. No sólo ordenó una disminución, a 12 mil dólares, sino que donó todo lo que había recibido por encima de esa cifra a un fondo para la educación de jóvenes. En Gran Bretaña, en 1997, al llegar al 10 de Downing Street, Tony Blair renunció al 40 por ciento de su salario y la mayoría de los ministros también disminuyeron el suyo un 27 por ciento.
¡Esas sí que fueron reducciones salariales!
La instrumentada apenas por el señor Calderón, de tan sólo 10 por ciento de reducción a sus percepciones y a las de sus cercanos colaboradores, no es sino una ridiculez, sobremanera si se toma en cuenta que Vicente Fox, su antecesor, tenía un sueldo superior al que devenga el presidente del gobierno español, Rodríguez Zapatero.
Por eso es que, desde hace un quinquenio, el monto de las percepciones saláriales de los altos funcionarios gubernamentales se ha convertido en parte de la agenda actual de la política mexicana, ya que existe, desde fines de la década pasada, una clara tendencia por incrementar, sobredimensionadamente, el monto de los salarios y compensaciones que perciben los altos gobernantes tanto del nivel federal, estatal o municipal. Hay, en efecto, una gran discrepancia en el monto de los salarios asignados correspondientes a los mismos cargos y puestos públicos; en varios casos (poder legislativo y municipios) los montos de los salarios, incentivos y compensaciones se autoasignan de manera discrecional por los mismos altos funcionarios y hay una tendencia a aumentar desproporcionadamente las percepciones e incentivos de los altos funcionarios gubernamentales, a pesar de difícil coyuntura económica por la que atraviesa la economía mexicana.
Por si fuera poco, el grueso de sus percepciones no es susceptible de impuestos. El caso del que corresponde al Presidente de la República es ejemplificativo: tienen sueldo, compensación, gastos de representación, despensa, transporte, gratificaciones, gastos médicos… y sólo el sueldo, que es mínimo en esta lista, paga impuestos.
Desde el sexenio anterior, además, tienen los funcionarios públicos una prestación adicional. Ahorran mensualmente una cantidad, digamos 10 mil pesos, y el gobierno federal les da un 100 por ciento adicional a lo ahorrado. Cada mes, entonces, abultan su cuenta de ahorros, en este ejemplo, 20 mil pesos.
Hay quienes aducen que pagar menos a los funcionarios redunda en peores servidores públicos. Es una falacia. El señor López Obrador redujo sus percepciones, trabajó como ninguno de sus antecesores en el gobierno de la capital lo había hecho –excepción hecha de Uruchurtu y Hank-- ¡¡¡y hasta tiempo se dio para hacer campaña y ser hoy "Presidente Legítimo"!!!
Hay que reducir, en serio, los salarios de los funcionarios.
No nada más en un simbólico 10 por ciento.