EL CINISMO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION
Por Eduardo Ibarra Aguirre
Una desconocida pero obediente conductora contratada por el Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales de la Presidencia de la República, para la transmisión de la fugaz toma de posesión del viernes 1, anunció con toda la alegría e inconciencia de que fue capaz: “Felipe Calderón entró con el pie derecho y la mano dura”.
Acostumbrados a leer lo que otros escriben y autorizan los directivos de Cepropie, como sucede con rigor casi castrense en Televisa y Tv Azteca, resulta impensable que la conductora se haya saltado las trancas y sus augurios no se correspondieran con los deseos de los imagólogos de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa , que el pasado viernes retrotrajeron al país a 1988, cuando el salinato mostraba en las pantallas, ahora duopólicas, lo que estrictamente convenía a su imagen e intereses.
No lograron repetir la hazaña totalitaria. Gracias a varias estaciones radiofónicas que marcaron su raya con la transmisión gubernamental y, sobre todo, al profesionalismo de conductores como Carmen Aristegui Flores y José Gutiérrez Vivó .
La verdad única dictada por los intereses empresariales de Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego , las decisivas cámaras –no las legislativas--, censuraron la imagen y el sonido de lo que sucedía en San Lázaro –la multitudinaria movilización ciudadana simplemente la ignoraron-- para que observáramos una suerte de fiesta nacional por la coronación del rey de Suecia.
Pero la conductora resultó excelente pronosticadora. Naturalmente que contaba con el antecedente de los detenidos, secuestrados, desaparecidos y mujeres vejadas sexualmente por la Policía Federal Preventiva, el 25 de noviembre en Oaxaca. Entre los 141 que arbitrariamente fueron ubicados en los penales de alta (in)seguridad de Tepic, Nayarit, y Matamoros, Tamaulipas, se encuentran menores de edad, personas ajenas al movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, como un alcalde. A este ominoso viraje represivo de Vicente Fox Quesada no fue para nada ajeno Calderón Hinojosa .
De los 400 presos políticos que documentan organizaciones civiles que aportó Fox al México democrático que decía comenzó el 2 de julio de 2000, el presidente sustituto por obra y gracia del primero –“Gané dos elecciones presidenciales”, confesó cínicamente el enriquecido guanajuatense a Excélsior-- , 141 son de Calderón , más las detenciones de Flavio Sosa Villavicencio , su hermano Horacio , Ignacio García Maldonado y Marcelino Coache Verano , realizadas en la víspera del inicio de negociaciones con la secretaría que encabeza Francisco Javier Ramírez Acuña , portador de impresentables credenciales en materia de respeto a los derechos humanos.
El 36 por ciento de los prisioneros políticos son del gobierno que apenas cumple cinco días. A ese ritmo y con las políticas inaugurales seguramente no alcanzarán las cárceles para recluir a millones de disidentes políticos y rebeldes sociales. Tampoco será suficiente la tropa, la oficialidad y los jefes a los que se prometió aumentos de salarios para neutralizar las resistencias del alto mando militar a utilizarlos como fuerza represiva.
El uso del monopolio de la fuerza del Estado no resuelve, sólo aplaza y profundiza, el persistente y aún amplio reclamo ciudadano que arrancó el 8 de julio. Menos aún la diversa y creciente conflictividad social. Y todavía menos cuando los gobernantes y sus cuerpos policiacos y militares atropellan a la luz del día la legalidad y el Estado de derecho que presuntamente buscan restablecer.
Convendría que Calderón evaluara fríamente el diagnóstico del zapoteca Francisco Toledo , el afamado y respetado pintor en Oaxaca, México y la aldea, al responder la pregunta de los reporteros Gustavo Castillo y Octavio Vélez : “¿Cómo percibe a su estado?”:
“En un gran desorden; existe un miedo muy grande de la ciudadanía. Estas semanas han sido terribles. Lo percibo como casi al borde de una guerra civil”.
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