LA OPINOCRACIA EN MEXICO SE VENDE O SE OFRECE COMO PROSTITUTA AL MEJOR POSTOR
Caricaturas
alvaro delgado
México, D.F., 20 de noviembre (apro).- Así como la opinocracia se desgañitó con recomendaciones a Andrés Manuel López Obrador de no dilapidar su capital tras el fraudulento proceso electoral, efectuado antes y después del 2 de julio, y dar paso al reconocimiento a Felipe Calderón para convertirse en su “conciencia crítica”, ahora se solazan con caricaturizar acciones políticas que tienen implicaciones nada humorísticas.
Nada raro: La opinocracia en México suele ser sólo caja de resonancia de sus patrones, que seducen a ese elenco con convocatorias a desayunos y comidas para dictarles lo que les interesa difundir, y por eso abundan en los medios los mismos conceptos y hasta el mismo fraseo para “analizar” fenómenos coyunturales, como es el caso de la toma de protesta de López Obrador, ayer, 20 de noviembre, en el Zócalo.
La anécdota reemplaza el fondo y lo políticamente correcto a la sustancia, la propaganda sustituye a la información y el lugar común al aprecio por el rigor del dato. Los medios y los periodistas, así, padecemos nuestra propia crisis, insignificante ante la que atormenta a la nación y que lamentablemente se profundizará con Calderón.
Los voceros oficiales y oficiosos se han dedicado, también, a cuestionar la violación a la ley de quienes no forman parte de la coalición de intereses que vulnera, esa sí impunemente, el marco legal. ¿O a poco ya se olvidó la insolente intervención del Consejo Coordinador Empresarial y membretes de la extrema derecha que contrataron propaganda en radio y televisión contraviniendo con que expresamente está en la ley?
A la protesta contra la imposición se le ha dado cauce legal, que contempla la integración de un frente, ya reconocido por la autoridad electoral, y las acciones para enfrentar a Calderón y sus allegados se harán por la vía legislativa, acompañadas --nomás eso faltaba que no-- de acciones de protesta de ciudadanos en uso de sus derechos.
Pero está visto que el problema no es este, sino la existencia de una oposición --que ya más allá de un personaje como López Obrador y un conjunto de partidos como los que integran el Frente Amplio Progresista--, que trastoca los buenos modales para aprobar resumida en la chocante cantaleta de “las reformas que el país necesita”, que en realidad se traducen en la profundización del desmantelamiento del patrimonio nacional.
La claudicación la quieren disfrazar de civilidad y la transa de oposición moderna, categorías mediante las cuales el PAN pactó conquistar el poder bajo las mismas condiciones que existían en el priato y cuya herencia ha significado sólo un cambio hacia atrás.
Más allá de lo que opina López Obrador, y más allá siquiera de la escenografía de su toma de posesión --que tanto gusta analizar a la opinocracia y sus patrones--, es la realidad del país. ¿De veras la economía del país está tan boyante como para que Calderón cumpla lo que ofreció en campaña, por ejemplo reducir de 50 a 35 millones la cifra de mexicanos pobres y de 22 millones a sólo diez la de los pobres extremos, como afirma en su libro “El hijo desobediente”?
Si es así, ¿por qué entonces Agustín Carstens, el próximo secretario de Hacienda, estima un presupuesto para 2007 menor al ejercido este año? ¿Cómo podrá haber mayor presupuesto para combatir la pobreza si los compromisos adquiridos para el pago de la voluminosa deuda interna, entre otra la de los rescates bancario, carretero y azucarero consumen unos 60 mil millones de pesos? ¿Cómo podrá abatirse este regazo si el “margen de maniobra” del Ejecutivo es de apenas 3% del presupuesto global?
Que se sepa, Carstens no promueve una política de austeridad en la alta burocracia que implique una bolsa para programas sociales ni se prevé ampliar la base de contribuyentes --más allá de los ambulantes-- para fortalecer las finanzas con el mismo propósito, y menos se revisarán los atraques en el rescate bancario que tienen endeudado al país gracias al contubernio de Calderón con los magnates que patrocinaron sus campaña.
En ese sentido, la creación de una comisión de la verdad para investigar el fraude del Fobaproa, de la banca de desarrollo, del rescate carretero y de los Pidiriegas, solamente para hablar de uno de los 20 temas propuestos ayer por López Obrador, es de suyo sustantivo.
Y esta no es una caricatura, como se quiere hacer creer.
Tampoco --y en esto calla la opinocracia-- lo es el aumento a las gasolinas y el 30% en el litro de leche Liconsa, medidas dictadas ya por la que sí es una caricatura descrita por Manuel Espino: El “chaparrito, peloncito de lentes”.
Apuntes
El declive de Cuauhtémoc Cárdenas se aceleró con su incongruente renuncia al empleo que le aceptó de Vicente Fox, directamente subordinado de Carlos Abascal. No le dieron las 30 plazas que solicitó para acomodar a sus incondicionales y un abundante presupuesto publicitario. Sólo le ofrecieron un chofer y una secretaria, aunque con despacho directamente en la residencia oficial de Los Pinos. No aceptó. Y decidió renunciar para probar suerte en el perredismo como cabeza de playa de Calderón, con una fuerza mínima, pero no despreciable por su capacidad de daño. Sobre todo ahora que su primogénito, Lázaro, sigue en problemas por la sangre derramada en territorio michoacano. Ya se verá la reaparición de Cárdenas, inflado por los mismos que, en corto, lo desprecian... Patética la conmemoración oficial de otro aniversario de la Revolución Mexicana: Tal calificativo no es sólo por la cancelación del desfile deportivo ni la rancia pieza oratoria de Vicente Fox, sino que el otro orador, el senador Gustavo Madero. Este personaje, exdiputado federal, trafica no sólo con el apellido del prócer, sino con sus influencias para beneficio de su empresa, Electric Publishing, S.A. de C.V., proveedor de gobiernos panistas…
Revista Proceso
México, D.F., 20 de noviembre (apro).- Así como la opinocracia se desgañitó con recomendaciones a Andrés Manuel López Obrador de no dilapidar su capital tras el fraudulento proceso electoral, efectuado antes y después del 2 de julio, y dar paso al reconocimiento a Felipe Calderón para convertirse en su “conciencia crítica”, ahora se solazan con caricaturizar acciones políticas que tienen implicaciones nada humorísticas.
Nada raro: La opinocracia en México suele ser sólo caja de resonancia de sus patrones, que seducen a ese elenco con convocatorias a desayunos y comidas para dictarles lo que les interesa difundir, y por eso abundan en los medios los mismos conceptos y hasta el mismo fraseo para “analizar” fenómenos coyunturales, como es el caso de la toma de protesta de López Obrador, ayer, 20 de noviembre, en el Zócalo.
La anécdota reemplaza el fondo y lo políticamente correcto a la sustancia, la propaganda sustituye a la información y el lugar común al aprecio por el rigor del dato. Los medios y los periodistas, así, padecemos nuestra propia crisis, insignificante ante la que atormenta a la nación y que lamentablemente se profundizará con Calderón.
Los voceros oficiales y oficiosos se han dedicado, también, a cuestionar la violación a la ley de quienes no forman parte de la coalición de intereses que vulnera, esa sí impunemente, el marco legal. ¿O a poco ya se olvidó la insolente intervención del Consejo Coordinador Empresarial y membretes de la extrema derecha que contrataron propaganda en radio y televisión contraviniendo con que expresamente está en la ley?
A la protesta contra la imposición se le ha dado cauce legal, que contempla la integración de un frente, ya reconocido por la autoridad electoral, y las acciones para enfrentar a Calderón y sus allegados se harán por la vía legislativa, acompañadas --nomás eso faltaba que no-- de acciones de protesta de ciudadanos en uso de sus derechos.
Pero está visto que el problema no es este, sino la existencia de una oposición --que ya más allá de un personaje como López Obrador y un conjunto de partidos como los que integran el Frente Amplio Progresista--, que trastoca los buenos modales para aprobar resumida en la chocante cantaleta de “las reformas que el país necesita”, que en realidad se traducen en la profundización del desmantelamiento del patrimonio nacional.
La claudicación la quieren disfrazar de civilidad y la transa de oposición moderna, categorías mediante las cuales el PAN pactó conquistar el poder bajo las mismas condiciones que existían en el priato y cuya herencia ha significado sólo un cambio hacia atrás.
Más allá de lo que opina López Obrador, y más allá siquiera de la escenografía de su toma de posesión --que tanto gusta analizar a la opinocracia y sus patrones--, es la realidad del país. ¿De veras la economía del país está tan boyante como para que Calderón cumpla lo que ofreció en campaña, por ejemplo reducir de 50 a 35 millones la cifra de mexicanos pobres y de 22 millones a sólo diez la de los pobres extremos, como afirma en su libro “El hijo desobediente”?
Si es así, ¿por qué entonces Agustín Carstens, el próximo secretario de Hacienda, estima un presupuesto para 2007 menor al ejercido este año? ¿Cómo podrá haber mayor presupuesto para combatir la pobreza si los compromisos adquiridos para el pago de la voluminosa deuda interna, entre otra la de los rescates bancario, carretero y azucarero consumen unos 60 mil millones de pesos? ¿Cómo podrá abatirse este regazo si el “margen de maniobra” del Ejecutivo es de apenas 3% del presupuesto global?
Que se sepa, Carstens no promueve una política de austeridad en la alta burocracia que implique una bolsa para programas sociales ni se prevé ampliar la base de contribuyentes --más allá de los ambulantes-- para fortalecer las finanzas con el mismo propósito, y menos se revisarán los atraques en el rescate bancario que tienen endeudado al país gracias al contubernio de Calderón con los magnates que patrocinaron sus campaña.
En ese sentido, la creación de una comisión de la verdad para investigar el fraude del Fobaproa, de la banca de desarrollo, del rescate carretero y de los Pidiriegas, solamente para hablar de uno de los 20 temas propuestos ayer por López Obrador, es de suyo sustantivo.
Y esta no es una caricatura, como se quiere hacer creer.
Tampoco --y en esto calla la opinocracia-- lo es el aumento a las gasolinas y el 30% en el litro de leche Liconsa, medidas dictadas ya por la que sí es una caricatura descrita por Manuel Espino: El “chaparrito, peloncito de lentes”.
Apuntes
El declive de Cuauhtémoc Cárdenas se aceleró con su incongruente renuncia al empleo que le aceptó de Vicente Fox, directamente subordinado de Carlos Abascal. No le dieron las 30 plazas que solicitó para acomodar a sus incondicionales y un abundante presupuesto publicitario. Sólo le ofrecieron un chofer y una secretaria, aunque con despacho directamente en la residencia oficial de Los Pinos. No aceptó. Y decidió renunciar para probar suerte en el perredismo como cabeza de playa de Calderón, con una fuerza mínima, pero no despreciable por su capacidad de daño. Sobre todo ahora que su primogénito, Lázaro, sigue en problemas por la sangre derramada en territorio michoacano. Ya se verá la reaparición de Cárdenas, inflado por los mismos que, en corto, lo desprecian... Patética la conmemoración oficial de otro aniversario de la Revolución Mexicana: Tal calificativo no es sólo por la cancelación del desfile deportivo ni la rancia pieza oratoria de Vicente Fox, sino que el otro orador, el senador Gustavo Madero. Este personaje, exdiputado federal, trafica no sólo con el apellido del prócer, sino con sus influencias para beneficio de su empresa, Electric Publishing, S.A. de C.V., proveedor de gobiernos panistas…
Revista Proceso