MORTANDAD DE LAS INSTITUCIONES ELECTORALES ... CONFIRMADA
Y POR PRIMERA VEZ EL PUEBLO DE MEXICO NO ENTRISTECE POR ESO, AL CONTRARIO, EL PUEBLO DE MEXICO SE ALEGRA DE QUE LOS MAGISTRADOS ELECTORALES LE HAYAN DADO EL TIRO DE GRACIA A LAS INSTITUCIONES QUE SE ENCARGAN DE VALIDAR UNA ELECCION ELECTORAL, HOY NO NOS PONDREMOS DE LUTO, MAS BIEN FESTEJAREMOS QUE ESE NEFASTO APARATO BUROCRATICO QUE PARA LO UNICO QUE SIRVIO FUE PARA QUE LOS DICHOSOS MAGISTRADOS INFLARAN SUS BOLSILLOS GANANDO SUELDOS ESTRATOSFERICOS, MIENTRAS EL PUEBLO VIVE AL DIA CON UN SALARIO MINIMO QUE DA VERGUENZA MENCIONARLO, PERO ELLOS QUE TAL? ELLOS DANDOSE LA GRAN VIDA A COSTILLAS DE LOS IMPUESTOS DE DE LOS JODIDOS, DE LOS RENEGADOS, DE LOS NACOS, DE LOS POBRES, DE LOS INDIGENAS, VERGUENZA DEBERIA DE DARLES A ESTOS MAGISTRADOS.
Daniel Márquez Melgoza
Por fin terminó ayer martes 5 de septiembre el proceso electoral para la Presidencia de la República más largo de la historia política de México, pues desde 2003 el presidente Vicente Fox en su cansancio de gobernar había dado el banderazo para el inicio de la carrera presidencial. Algo que empezó mal, por estar fuera de tiempo, terminó con el mismo signo tres años después: mal para la sociedad nacional, pues en ese largo proceso vio cómo las instituciones que había creado para practicar la democracia y sentirnos orgullosos de ellas al poder convivir con civilidad entre las distintas expresiones de nuestra pluralidad política, no resistieron el uso faccioso que se les dio desde las altas esferas de los poderes político y económico.El Instituto Federal Electoral (IFE) y la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Electorales (FEPADE) ya habían dado a conocer la parcialidad de sus actuaciones y omisiones, y con ello la pérdida de credibilidad y confianza; faltaba el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), en el que se cifraba la última esperanza de rescatar a una institución verdaderamente profesional, autónoma e independiente, que se salvara de la hecatombe institucional del sector electoral. Pero luego de escuchar la lectura ayer martes del dictamen relativo al cómputo final de presidente de los Estados Unidos Mexicanos, la declaración de validez de la elección y de presidente electo, en boca del secretario general del TEPJF, por desgracia debimos constatar que esa sesión no era otra cosa más que el cierre de la pinza con que se canceló elegantemente la opción electoral para la izquierda en la búsqueda de la Presidencia de la República. No es necesario que venga un AMLO a decirnos “¡al diablo con las instituciones!”, pues los propios inquilinos de las instituciones electorales las mandaron al diablo con sus actuaciones indecorosas, plenas de traición a los ideales de quienes por décadas habían luchado para construirlas desde sus cimientos ante la oposición de quienes detentaban el poder político de la era priísta.El escándalo que fue la persistente campaña presidencial de Vicente Fox contra el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, en espots, discursos y declaraciones a la primer provocación que le despertaba la presencia de una cámara y un micrófono, era la esperanza de que el Tribunal Electoral reivindicara a las instituciones electorales con una actuación que verdaderamente buscara hacer justicia electoral; estas intervenciones fuera de la legalidad aportaban elementos para declarar la invalidez y nulidad de la elección presidencial por cuanto no permitieron que hubiera equidad en el proceso electoral, sobre todo tomando en cuenta la exigua diferencia de votos entre los contendientes punteros (1.056 por ciento).Debo decir que estaba realmente preocupado por los magistrados del Tribunal Electoral, pues no atinaba a saber cómo se las iban a ingeniar para decirnos a los mexicanos que la prolongada e intensa campaña ilegal del presidente Vicente Fox Quesada contra el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador no había tenido consecuencias ni efectos negativos para éste en la jornada electoral del 2 de julio. La preocupación me hizo más mella cuando me enteré de la última encuesta para medir el grado de aceptación de la gestión presidencial de Vicente Fox, que le daba 67 por ciento, lo cual habla de la eficacia de la propaganda presidencial en los medios electrónicos para influenciar a los ciudadanos (El Universal, 01/09/2006).Pero la verdad no les costó mucho esfuerzo a los magistrados echar por tierra el mejor argumento que se tenía contra el intervensionismo presidencial; a este punto, la prueba madre, podría decirse, sólo le dedicaron un párrafo de 25 líneas y sanseacabó. A ese respecto el TEPJF sólo dijo: “...Pues si bien se tiene por probado el hecho de haber realizado diversas declaraciones durante el proceso electoral, recogidas en diversos medios de comunicación, principalmente en prensa escrita, una de ellas era en defensa de su propia gestión, lo cual se estimó lícito, y aquellas por las cuales hacía referencias o establecía sesgos entre los contendientes del proceso, entre las cuales se encuentran cuatro espots de televisión, no fueron de la suficiente magnitud, debido a su carácter indirecto y velado, sin referencia concreta a algún candidato en particular...”.En lo que respecta a los espots de la guerra sucia de Felipe Calderón contra AMLO, afirmó el Tribunal que no se tuvieron elementos para establecer de manera objetiva, o al menos de manera probable, que la intención del voto se hubiere afectado con su difusión, en forma preponderante...”.De manera que Vicente Fox tiene una eficacia mediática increíble en unos casos, como los de vender su imagen presidencial y la obra de gobierno, para ganarse la simpatía de los ciudadanos, y esa eficacia se volvió pésima cuando se trató de descalificar al candidato del populismo, AMLO.El tono del dictamen del Tribunal Electoral da para acabar de pensar que los mexicanos efectivamente sufrimos una elección de Estado. Los magistrados estaban ahí no para hacer prevalecer la justicia electoral, sino para justificarlo todo, cuando se trataba de los intereses del candidato panista, o para descalificar cualquier empeño del candidato de la coalición Por el Bien de Todos por hacer valer sus impugnaciones. En todo tiempo fue posible ver o imaginar a López Obrador por ahí, invisible, sentado en el banquillo de los acusados, pues hasta sin que viniera al caso le daban santo y seña de errores que supuestamente cometió y le restaron votos. Ahora queda por ver cómo digerimos los ciudadanos el desencanto y la frustración por tanta pérdida: la credibilidad en las instituciones electorales, la credibilidad en las nuevas autoridades que fincaron su triunfo en la agresión y la mentira, la credibilidad en los medios de comunicación electrónica que se demostró no comparten intereses democráticos, sino sólo económicos, la credibilidad en los demás poderes fácticos que en este proceso enseñaron el cobre. Con todo, el movimiento de resistencia civil pudo mostrar la cara del futuro, que es el de una sociedad que se organiza y construye poder ciudadano.
Daniel Márquez Melgoza
Por fin terminó ayer martes 5 de septiembre el proceso electoral para la Presidencia de la República más largo de la historia política de México, pues desde 2003 el presidente Vicente Fox en su cansancio de gobernar había dado el banderazo para el inicio de la carrera presidencial. Algo que empezó mal, por estar fuera de tiempo, terminó con el mismo signo tres años después: mal para la sociedad nacional, pues en ese largo proceso vio cómo las instituciones que había creado para practicar la democracia y sentirnos orgullosos de ellas al poder convivir con civilidad entre las distintas expresiones de nuestra pluralidad política, no resistieron el uso faccioso que se les dio desde las altas esferas de los poderes político y económico.El Instituto Federal Electoral (IFE) y la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Electorales (FEPADE) ya habían dado a conocer la parcialidad de sus actuaciones y omisiones, y con ello la pérdida de credibilidad y confianza; faltaba el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), en el que se cifraba la última esperanza de rescatar a una institución verdaderamente profesional, autónoma e independiente, que se salvara de la hecatombe institucional del sector electoral. Pero luego de escuchar la lectura ayer martes del dictamen relativo al cómputo final de presidente de los Estados Unidos Mexicanos, la declaración de validez de la elección y de presidente electo, en boca del secretario general del TEPJF, por desgracia debimos constatar que esa sesión no era otra cosa más que el cierre de la pinza con que se canceló elegantemente la opción electoral para la izquierda en la búsqueda de la Presidencia de la República. No es necesario que venga un AMLO a decirnos “¡al diablo con las instituciones!”, pues los propios inquilinos de las instituciones electorales las mandaron al diablo con sus actuaciones indecorosas, plenas de traición a los ideales de quienes por décadas habían luchado para construirlas desde sus cimientos ante la oposición de quienes detentaban el poder político de la era priísta.El escándalo que fue la persistente campaña presidencial de Vicente Fox contra el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, en espots, discursos y declaraciones a la primer provocación que le despertaba la presencia de una cámara y un micrófono, era la esperanza de que el Tribunal Electoral reivindicara a las instituciones electorales con una actuación que verdaderamente buscara hacer justicia electoral; estas intervenciones fuera de la legalidad aportaban elementos para declarar la invalidez y nulidad de la elección presidencial por cuanto no permitieron que hubiera equidad en el proceso electoral, sobre todo tomando en cuenta la exigua diferencia de votos entre los contendientes punteros (1.056 por ciento).Debo decir que estaba realmente preocupado por los magistrados del Tribunal Electoral, pues no atinaba a saber cómo se las iban a ingeniar para decirnos a los mexicanos que la prolongada e intensa campaña ilegal del presidente Vicente Fox Quesada contra el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador no había tenido consecuencias ni efectos negativos para éste en la jornada electoral del 2 de julio. La preocupación me hizo más mella cuando me enteré de la última encuesta para medir el grado de aceptación de la gestión presidencial de Vicente Fox, que le daba 67 por ciento, lo cual habla de la eficacia de la propaganda presidencial en los medios electrónicos para influenciar a los ciudadanos (El Universal, 01/09/2006).Pero la verdad no les costó mucho esfuerzo a los magistrados echar por tierra el mejor argumento que se tenía contra el intervensionismo presidencial; a este punto, la prueba madre, podría decirse, sólo le dedicaron un párrafo de 25 líneas y sanseacabó. A ese respecto el TEPJF sólo dijo: “...Pues si bien se tiene por probado el hecho de haber realizado diversas declaraciones durante el proceso electoral, recogidas en diversos medios de comunicación, principalmente en prensa escrita, una de ellas era en defensa de su propia gestión, lo cual se estimó lícito, y aquellas por las cuales hacía referencias o establecía sesgos entre los contendientes del proceso, entre las cuales se encuentran cuatro espots de televisión, no fueron de la suficiente magnitud, debido a su carácter indirecto y velado, sin referencia concreta a algún candidato en particular...”.En lo que respecta a los espots de la guerra sucia de Felipe Calderón contra AMLO, afirmó el Tribunal que no se tuvieron elementos para establecer de manera objetiva, o al menos de manera probable, que la intención del voto se hubiere afectado con su difusión, en forma preponderante...”.De manera que Vicente Fox tiene una eficacia mediática increíble en unos casos, como los de vender su imagen presidencial y la obra de gobierno, para ganarse la simpatía de los ciudadanos, y esa eficacia se volvió pésima cuando se trató de descalificar al candidato del populismo, AMLO.El tono del dictamen del Tribunal Electoral da para acabar de pensar que los mexicanos efectivamente sufrimos una elección de Estado. Los magistrados estaban ahí no para hacer prevalecer la justicia electoral, sino para justificarlo todo, cuando se trataba de los intereses del candidato panista, o para descalificar cualquier empeño del candidato de la coalición Por el Bien de Todos por hacer valer sus impugnaciones. En todo tiempo fue posible ver o imaginar a López Obrador por ahí, invisible, sentado en el banquillo de los acusados, pues hasta sin que viniera al caso le daban santo y seña de errores que supuestamente cometió y le restaron votos. Ahora queda por ver cómo digerimos los ciudadanos el desencanto y la frustración por tanta pérdida: la credibilidad en las instituciones electorales, la credibilidad en las nuevas autoridades que fincaron su triunfo en la agresión y la mentira, la credibilidad en los medios de comunicación electrónica que se demostró no comparten intereses democráticos, sino sólo económicos, la credibilidad en los demás poderes fácticos que en este proceso enseñaron el cobre. Con todo, el movimiento de resistencia civil pudo mostrar la cara del futuro, que es el de una sociedad que se organiza y construye poder ciudadano.