LA DEMOCRACIA DE MENTIRITAS DEL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
México SA
Carlos Fernández-Vega
FMI: democracia de mentiritas
Hacienda, manipuladora
Al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a las naciones que lo controlan les encanta jugar a la democracia, a la democracia de a mentiritas. Y al gobierno mexicano, vía Secretaría de Hacienda, también.
Con bombo y platillo, la Junta de Gobernadores del FMI, reunida en Singapur, aprobó "reformar" el sistema de cuotas y representación del propio organismo para que distintos países en él participantes tengan "mayor poder" en la toma de decisiones. México fue uno de los "beneficiados", y en Hacienda no caben del gusto.
Antidemocrático desde su fundación seis décadas atrás, el FMI venía advirtiendo sobre la existencia de un "déficit de democracia" en la estructura de votación y de toma de decisiones en el seno del organismo. Y consciente de ello, procedió a "resolver" el entuerto.
Decidió que era justo que México, China, Corea del Sur y Turquía incrementaran su poder de voto en el seno del FMI. En consecuencia, su Junta de Gobernadores autorizó "sustanciales" incrementos para esas naciones, "para llevarlas a niveles que reflejen con mayor fidelidad su importancia relativa en la economía mundial" (Hacienda dixit).
Pues bien, con esa histórica decisión, el poder de voto de México se incrementa de 1.2 a 1.4 por ciento; el de China, de 2.9 a 3.6 por ciento; el de Corea del Sur, de 0.7 a 1.3 por ciento, y el de Turquía, de 0.4 a 0.5 por ciento. Democracia pura, pues.
La Secretaría de Hacienda está feliz, y por ello "olvidó" contextualizar la información. En un comunicado oficial, la eufórica dependencia celebra que "con este aumento las acciones (poder de voto) de México en el FMI se incrementarían 22 por ciento, convirtiéndose en el principal accionista de América Latina, acorde con la importancia y el peso de la economía mexicana en la región".
Así, de sopetón, 22 por ciento de aumento suena maravilloso, exitosísimo en pleno mes de la patria, pero si se contextualiza el dato (lo que "olvidó" Hacienda") sabremos que tras la decisión de la Junta de Gobernadores el poder de voto de México en el FMI se mantiene tan raquítico como antes, como siempre, porque se "incrementa" de 1.2 a 1.4 por ciento (ese 22 por ciento), lo que desvirtúa lo dicho por la dependencia a cargo de Gil Díaz, en aquello de "...acorde con la importancia y el peso de la economía mexicana en la región".
Debe entenderse, pues, que el 100 por ciento de nada, es nada; que Hacienda descaradamente manipula la información; que, junto con el FMI, juega a la democracia de a mentiritas y que las decisiones en el seno del organismo financiero y sus draconianas políticas seguirán en manos de los de siempre, afectando, también, a los de siempre.
En el juego de la democracia de a mentiritas los dueños de las cartas son los de siempre, porque en sus seis décadas de existencia lo menos que ha pasado por las oficinas del FMI y las de su titiritero, el gobierno de Estados Unidos, ha sido el tema de la democratización de la toma de decisiones, ni mucho menos el equilibrio de la estructura de votación.
En septiembre de 2006, el Grupo de los Siete (G-7: Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y Japón) concentra 45.29 por ciento de las cuotas y 46.08 por ciento de los votos en el FMI, y sólo el primero de los países citados acapara 17.14 y 17.08 por ciento del total de cuotas y votos, respectivamente. Rusia tiene 2.79 por ciento de las cuotas y 2.74 por ciento de los votos.
En cambio, las naciones de América Latina -laboratorio de las "reformas estructurales" diseñadas y aplicadas por el FMI y el Banco Mundial- cuentan con una capacidad de decisión por demás limitada: 7.6 por ciento de los votos en conjunto (incluido Caribe). Por ejemplo, Brasil, 1.41 por ciento de los votos; México con 1.2 (crecería a 1.4); Argentina 0.98; Chile 0.4 y las centroamericanas, en conjunto, 0.04 por ciento.
Al 7 de septiembre pasado, el monto de las cuotas aportadas por las 184 naciones participantes en el FMI llegó a 213 mil 478.4 millones de derechos especiales de giro (alrededor de 294 mil millones de dólares), y el número de votos a 2 millones 176 mil 37. De ese total, Estados Unidos se queda con el 17.4 y 17.08 por ciento, respectivamente; México, con 1.21 y 1.2 por ciento, en cada caso, pero gracias a la eufórica Secretaría de Hacienda ya "creció 22 por ciento".
Eso sí, por ser el gran concentrador de cuotas y votos, Estados Unidos tiene "derechos" en el Directorio Ejecutivo del FMI, que le permiten "vetar ciertas cuestiones importantes de política". Han transcurrido seis décadas y la membresía pasó de 29 a 184 países, pero en el juego de la democracia de a mentiritas la sacrosanta estructura de votación permanece intacta.
Las rebanadas del pastel:
Va otra de colegas: "Habemos ex trabajadores de Excélsior despedidos desde hace cinco años por no pagarnos nuestro trabajo y con demandas ante la Junta de Conciliación que no hemos visto un solo peso de todo lo que nos deben. Eso sí, estamos seguros de que ganaremos nuestras demandas, aunque sea a la larga y tendrán que pagarnos mucho más de lo que hasta ahora nos deben"
Carlos Fernández-Vega
FMI: democracia de mentiritas
Hacienda, manipuladora
Al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a las naciones que lo controlan les encanta jugar a la democracia, a la democracia de a mentiritas. Y al gobierno mexicano, vía Secretaría de Hacienda, también.
Con bombo y platillo, la Junta de Gobernadores del FMI, reunida en Singapur, aprobó "reformar" el sistema de cuotas y representación del propio organismo para que distintos países en él participantes tengan "mayor poder" en la toma de decisiones. México fue uno de los "beneficiados", y en Hacienda no caben del gusto.
Antidemocrático desde su fundación seis décadas atrás, el FMI venía advirtiendo sobre la existencia de un "déficit de democracia" en la estructura de votación y de toma de decisiones en el seno del organismo. Y consciente de ello, procedió a "resolver" el entuerto.
Decidió que era justo que México, China, Corea del Sur y Turquía incrementaran su poder de voto en el seno del FMI. En consecuencia, su Junta de Gobernadores autorizó "sustanciales" incrementos para esas naciones, "para llevarlas a niveles que reflejen con mayor fidelidad su importancia relativa en la economía mundial" (Hacienda dixit).
Pues bien, con esa histórica decisión, el poder de voto de México se incrementa de 1.2 a 1.4 por ciento; el de China, de 2.9 a 3.6 por ciento; el de Corea del Sur, de 0.7 a 1.3 por ciento, y el de Turquía, de 0.4 a 0.5 por ciento. Democracia pura, pues.
La Secretaría de Hacienda está feliz, y por ello "olvidó" contextualizar la información. En un comunicado oficial, la eufórica dependencia celebra que "con este aumento las acciones (poder de voto) de México en el FMI se incrementarían 22 por ciento, convirtiéndose en el principal accionista de América Latina, acorde con la importancia y el peso de la economía mexicana en la región".
Así, de sopetón, 22 por ciento de aumento suena maravilloso, exitosísimo en pleno mes de la patria, pero si se contextualiza el dato (lo que "olvidó" Hacienda") sabremos que tras la decisión de la Junta de Gobernadores el poder de voto de México en el FMI se mantiene tan raquítico como antes, como siempre, porque se "incrementa" de 1.2 a 1.4 por ciento (ese 22 por ciento), lo que desvirtúa lo dicho por la dependencia a cargo de Gil Díaz, en aquello de "...acorde con la importancia y el peso de la economía mexicana en la región".
Debe entenderse, pues, que el 100 por ciento de nada, es nada; que Hacienda descaradamente manipula la información; que, junto con el FMI, juega a la democracia de a mentiritas y que las decisiones en el seno del organismo financiero y sus draconianas políticas seguirán en manos de los de siempre, afectando, también, a los de siempre.
En el juego de la democracia de a mentiritas los dueños de las cartas son los de siempre, porque en sus seis décadas de existencia lo menos que ha pasado por las oficinas del FMI y las de su titiritero, el gobierno de Estados Unidos, ha sido el tema de la democratización de la toma de decisiones, ni mucho menos el equilibrio de la estructura de votación.
En septiembre de 2006, el Grupo de los Siete (G-7: Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y Japón) concentra 45.29 por ciento de las cuotas y 46.08 por ciento de los votos en el FMI, y sólo el primero de los países citados acapara 17.14 y 17.08 por ciento del total de cuotas y votos, respectivamente. Rusia tiene 2.79 por ciento de las cuotas y 2.74 por ciento de los votos.
En cambio, las naciones de América Latina -laboratorio de las "reformas estructurales" diseñadas y aplicadas por el FMI y el Banco Mundial- cuentan con una capacidad de decisión por demás limitada: 7.6 por ciento de los votos en conjunto (incluido Caribe). Por ejemplo, Brasil, 1.41 por ciento de los votos; México con 1.2 (crecería a 1.4); Argentina 0.98; Chile 0.4 y las centroamericanas, en conjunto, 0.04 por ciento.
Al 7 de septiembre pasado, el monto de las cuotas aportadas por las 184 naciones participantes en el FMI llegó a 213 mil 478.4 millones de derechos especiales de giro (alrededor de 294 mil millones de dólares), y el número de votos a 2 millones 176 mil 37. De ese total, Estados Unidos se queda con el 17.4 y 17.08 por ciento, respectivamente; México, con 1.21 y 1.2 por ciento, en cada caso, pero gracias a la eufórica Secretaría de Hacienda ya "creció 22 por ciento".
Eso sí, por ser el gran concentrador de cuotas y votos, Estados Unidos tiene "derechos" en el Directorio Ejecutivo del FMI, que le permiten "vetar ciertas cuestiones importantes de política". Han transcurrido seis décadas y la membresía pasó de 29 a 184 países, pero en el juego de la democracia de a mentiritas la sacrosanta estructura de votación permanece intacta.
Las rebanadas del pastel:
Va otra de colegas: "Habemos ex trabajadores de Excélsior despedidos desde hace cinco años por no pagarnos nuestro trabajo y con demandas ante la Junta de Conciliación que no hemos visto un solo peso de todo lo que nos deben. Eso sí, estamos seguros de que ganaremos nuestras demandas, aunque sea a la larga y tendrán que pagarnos mucho más de lo que hasta ahora nos deben"