CONVENCION ESTATAL DEMOCRATICA EN MICHOACAN

La Convención Estatal

Ramón Guzmán Ramos

Alrededor de mil delegados rindieron protesta el sábado pasado en el campamento de la Plaza Melchor Ocampo de la ciudad de Morelia, exactamente frente a Palacio de Gobierno, como un acto de voluntad colectiva, como una muestra fehaciente del potencial de innovación que una multitud congregada puede llegar a desarrollar cuando empieza a construir y a hacer uso de un lenguaje común. En otras regiones del estado, en comunidades y pueblos indígenas, al interior de todo tipo de agrupaciones sociales, se llevaba a cabo un proceso simultáneo de nombramiento de delegados a la Convención Nacional Democrática.Representantes de decenas de organizaciones acudieron a ese espacio social emergente a exponer sus puntos de vista, sus reflexiones y sus propuestas sobre el momento de crisis y de esperanza que vive nuestro país. Lo mismo ciudadanos que se representan a sí mismos en un acto de conquista festiva de autonomía de criterio. Corrientes de izquierda que no hace mucho fluían por cauces distintos, con sus diferencias pronunciadas que se antojaban irreconciliables, con sus trayectorias y sus experiencias de lucha propias, aprendían a escuchar y a tolerar las intervenciones de los otros. Nadie les ha pedido que renuncien a sus diferencias, sólo que le encuentren un espacio a la posibilidad de los consensos.El evento, de acuerdo con la convocatoria, daría inicio a partir de las diez de la mañana, una vez que concluyera el registro de los asistentes. Pero empezó hasta las once. En la medida que las sillas se iban llenando con la llegada paulatina de la gente, un aire de expectativa y de reflexión se creaba en el ambiente. Lo mismo se leía la edición del día de La Jornada Michoacán que se conversaba con ánimo acucioso. Se daban también los encuentros y los abrazos fraternales. El campamento se fue llenando paulatinamente de maestros, campesinos, trabajadores de todos los oficios, estudiantes, amas de casa y demás ocupaciones o desocupaciones gremiales, además de la de la militancia política o social.Hubo un momento en que las sillas no fueron suficientes y muchos tuvieron que presenciar el desarrollo de los trabajos de pie. Pero no les importó. No había cansancio que pudiera bloquear el ímpetu rebelde y la indignación colectiva. Es así como se está construyendo en todos los estados del país esta otra democracia y este otro poder que le pertenecen al pueblo. Desde abajo y de manera horizontal. Es la concepción y la práctica de esa democracia absoluta que ningún partido o gobierno ha sido capaz de construir a lo largo de la historia. Absoluta porque nos incluye a todos, porque a nadie deja fuera de la posibilidad de participar en las deliberaciones sobre el destino propio, el destino del pueblo. Es la construcción del contrapoder.El contrapoder es una realidad en ciernes que incluye componentes vigorosos como la resistencia, la insurgencia cívica y la potencia constituyente de un nuevo poder. La primera fase es la incorporación de la sociedad a los espacios públicos desde donde se resiste con determinación a los abusos e imposiciones que provienen del poder establecido. Es el movimiento de masas que resiste y que abre al mismo tiempo espacios de despliegue para la transformación de la realidad, para darle a la innovación la oportunidad de volverse un evento histórico, para que la potencia se convierta en acto, en praxis democrática, en actividad consciente.El poder constituyente, por su lado, es la potencia que existe y se desarrolla en la masa para darle forma y concreción a la utopía. No se trata de crear formas de organización para sustituir el poder establecido, ese viejo poder que se queda de pronto atrapado en su pérdida de legitimidad, en lo caduco de su tiempo y de sus formas. De lo que se trata es que la fuerza transformadora de la multitud adquiera su propia forma de poder, el poder de realizar un nuevo proyecto de vida, de país. Es la fuerza que organiza nuevas formas de convivencia social y de bienestar y felicidad entre las masas.De ahí que uno de los objetivos fundamentales del contrapoder sea la desestructuración del poder establecido, sobre todo cuando éste ha sido erigido sobre bases que niegan todo principio de legitimidad. Bloquear las reacciones del poder existente y obligarlo a adoptar una reacción defensiva. Tiene que ver también con el hecho de que el pensamiento se vuelve colectivo, se comparte entre quienes unen sus esfuerzos para abrirle un nuevo horizonte al presente y al futuro, incluso al pasado. El porvenir como potencia de la multitud, no como decisión de uno solo o de unos cuantos. La multitud, cuando ejerce poder de mando sobre sí misma, es capaz de superar todas las demás formas de organización que se han probado en la historia.Entre los resolutivos que adoptó la Convención Estatal se encuentra el llamado a un nuevo Constituyente y una nueva Constitución. Pero a través de las formas de organización comunitaria y social que se den las masas. Desde los barrios, las comunidades, los centros de trabajo, las comunidades y pueblos indígenas, los centros educativos, las agrupaciones sociales de todo tipo. Es la construcción de nuevos conocimientos, de nuevos saberes que ayudan a comprender la realidad y a abrir nuevos caminos para transformarla. Es la generación colectiva de saberes, lo que no implica que se dé un pensamiento único, homogéneo, sino una gran diversidad de vertientes e interpretaciones sobre una misma condición y un anhelo compartido de libertad y justicia.Es por ello que la decisión de nombrar a Andrés Manuel López Obrador como presidente de un gobierno alterno podría contraponerse con el espíritu autónomo, independiente, con el potencial de creación de nuevas formas de decisión, de poder, que están desarrollando las masas en movimiento. No se trata de disputar ese poder establecido que ha llegado a su fecha fatal de caducidad, ni siquiera de formar un gobierno paralelo, que sería como un reflejo del oficial, sino de construir desde abajo un poder propio, del pueblo, de la sociedad entera, que se erija sobre un nuevo sistema de ética democrática y justiciera. En la medida que se fortalece el contrapoder con la participación masiva de la gente, el poder establecido se queda flotando sobre un vacío del tamaño del país que no puede gobernar. Entonces simplemente el contrapoder procede a llenar por completo todos los espacios. El nuevo Constituyente sería el camino.Pero estamos incluso ante un movimiento tan vigoroso en la creación de formas inéditas que tiene derecho a hacer su propia experiencia en este tipo de cuestiones. Vivimos una época donde lo inédito empieza a formar parte de nuestra realidad cotidiana. Aquí lo único que importa es que los espacios para las deliberaciones colectivas estén siempre abiertos. En época de asombros, hasta lo imposible se puede llegar a realizar.