Guarderías neoliberales

Raúl Rodríguez Cortés

* Subrogación de servicios

El incendio de la guardería de Hermosillo, que provocó la muerte de casi medio centenar de bebés, es una de las tragedias más dolorosas de las que se tenga registro en el país. A poco más de una semana de ocurrida nadie finca ni asume las responsabilidades públicas y privadas que entraña. Detrás de ellas, como casi siempre, están la corrupción y el tráfico de influencias. Y en el fondo del asunto, la responsabilidad recae en un sistema en que el cumplimiento de un derecho de las madres trabajadoras deja de responder al interés público para pasar al ámbito utilitario del interés privado.

Me refiero a la subrogación de servicios, herramienta muy socorrida por la tecnocracia neoliberal que, desde una perspectiva ideológica, asume que sólo en manos empresariales las cosas funcionan como relojito; y que, desde su rigorismo económico, libera al Estado de cargas imposibles de financiar a largo plazo pero, al mismo tiempo, le permite alardear de aumentos en la cobertura del servicio aunque la constante reducción de las cuotas que paga y la búsqueda particular de la mayor ganancia posible, hayan convertido a esas guarderías en verdaderos changarros que ponen en peligro la vida de los niños.

La guardería consumida por el fuego operaba mediante ese sistema de subrogación.

Sólo la corrupción y el tráfico de influencias explican que haya sido habilitada en una nave industrial que hace algún tiempo dio cabida a una maquiladora de ropa, y que ahora compartía —separada por un solo muro— con una bodega de la Secretaría de Hacienda local, donde inició el fuego. Los concesionarios son, entre otros, funcionarios y familiares del gobernador Eduardo Bours, y una mujer con la que comparte bisabuelo la esposa de Felipe Calderón, la señora Margarita Zavala.

El seguro de guarderías se inició en 1973 y lo prestaba directamente el IMSS. Diez años después se complementó con un modelo en el que el Seguro Social capacitaba a asociaciones civiles que las edificaban y administraban. En 1995, durante el gobierno de Zedillo, con Genaro Borrego al frente del IMSS, se implementó el modelo que subrogaba el servicio y marcaba el retiro paulatino del instituto de la prestación directa del servicio. Ese esquema fue profundizado en el gobierno de Vicente Fox con Santiago Levy al frente del proyecto.

Entre las promesas que hizo Fox para llegar a Los Pinos estaba aumentar la disponibilidad de guarderías para los hijos de las madres trabajadoras. Para conseguirlo, Levy se ensañó con los concesionarios del servicio. De hecho los obligó a firmar nuevos convenios de subrogación con menores cuotas lo que, evidentemente, impactó la calidad del servicio.

Dice el investigador de la UAM Gustavo Leal: “El proyecto foxista estancó la oferta pública, legalizó el retiro operador del IMSS, castigó a los prestadores y nunca garantizó una pauta promedio de calidad”.

Al término del gobierno de Fox el Sistema de Guarderías del IMSS contaba con mil 514 unidades. Las subrogadas habían pasado en seis años de 757 a mil 374. Las de operación directa eran 142, las mismas que ya existían en 2000.

Indudablemente la guardería del incendio no es la única que operaba en las pésimas condiciones que lo hacía. Son muchas las quejas de derechohabientes que señalan a otras. ¿Estarán en condiciones similares las estancias infantiles que ha puesto en operación Felipe Calderón a través de la Secretaría de Desarrollo Social? Si el mecanismo de operación es el mismo que las del IMSS, ni duda cabe.