■Apremia Kessel a acabar con el jueguito del debate petrolero
La Jornada
■ ¿Y la división de poderes?
Muy nerviosa debe estar la secretaria de Energía, Georgina Kessel, porque sus urgencias la hacen resbalar en público. Da la impresión que su alterado estado de ánimo le impide registrar no sólo que la “reforma” petrolera calderonista es un cadáver insepulto que desde un mes atrás permanece en el velatorio instalado en el patio central de la casona de Xicoténcatl, sino que la lleva a meter la mano donde no le corresponde. Un día sí, y al siguiente también, gira instrucciones al Legislativo, fija fecha para el dictamen, asegura su inmediata aprobación, desautoriza consultas populares, palomea qué debe incluirse en la agenda de los senadores y a éstos apura para que concluyan el jueguito del debate en su propia casa, entre otras directrices.
Es el mismo nerviosismo que la funcionaria mostró en febrero y marzo pasados, el cual la llevó a cometer una serie de pifias en torno a la presentación y contenido de la referida “reforma”, cuando dio por buena una fecha que cinco minutos después fue desmentida por sus propios correligionarios, y ofreció un apocalíptico balance de la situación petrolera del país, para poco después auto desmentirse y hablar de multimillonarios depósitos que elevaban a más de 100 mil millones de barriles las reservas de crudo nacional.
Tanto dijo la secretaria Kessel por aquellos días, que lo único que hizo fue subirse a la fiesta de contradicciones, resbalones y desorganización de lo que ellos mismos llaman “sistema PAN” (inquilino de Los Pinos, partido blanquiazul, con sus diputados y senadores). Pero debe serenarse. Ella ya cumplió con su parte: con todo tipo de desbarajustes, pero hasta allí le toca. El siguiente tramo exclusivamente le corresponde al Legislativo, no al inquilino de Los Pinos –quien en este sentido tampoco canta mal las rancheras– ni a la Secretaría de Energía.
A Georgina Kessel, ni a su jefe en Los Pinos, corresponde autorizar o rechazar la consulta popular. Tampoco fijar fecha para que la “reforma” petrolera calderonista se dictamine, mucho menos apurar el fin del debate en el Senado de la República (dicho sea de paso, a finales de abril pasado la secretaria de Energía se pronunciaba por “no posponer más un debate de altura, serio y responsable” en materia petrolera; hoy ya no siente lo duro, sino lo tupido, y le urge que se cierren las puertas de la casona de Xicoténcatl).
Entonces, serenidad y paciencia (Kaliman dixit), porque el nerviosismo la lleva a ubicarse erróneamente. Hasta donde es oficial, la señora Kessel no ocupa un cargo de elección popular, ni forma parte del cuerpo legislativo del PAN y mucho menos es coordinadora de la bancada blanquiazul en el Senado. Que Gustavo Madero (el nuevo pastor) o Santiago Creel (presidente de la Mesa Directiva) no le reclamen es otra cosa, pero se supone que en Los Pinos respetan, aunque sea en el discurso, la división de poderes, de tal suerte que la secretaria de Energía debe tomar las cosas con más calma.
Sólo falta un mes para que concluya el debate en el Senado, y si de éste los legisladores resuelven desechar –como todo apunta- la propuesta claderonista de privatizar el sector petrolero, pues la señora Kessel deberá aguantar el resultado (“aunque sea por un voto” como dirían en la residencia oficial). De dónde la prisa, si el propio inquilino de Los Pinos presentó su “reforma” con 395 días de retraso, de acuerdo con el calendario por él mismo comprometido.
En sus “100 acciones para los primeros 100 días de gobierno”, Felipe Calderón se comprometió a cumpliría cuando menos con los siguientes compromisos: “se promoverá una legislación que permita a Pemex realizar asociaciones tecnológicas con otras empresas del sector para la explotación de yacimientos en aguas profundas; se revisará la cartera de proyectos de la Cuenca de Burgos, buscando agilizar la entrada en operación de aquellos que tengan más oportunidades de incrementar la producción de gas natural; se impulsará una nueva legislación energética para que sea posible atraer inversión complementaria a la del Estado en refinación y petroquímica, en beneficio de la industria nacional; (y) se promoverán adecuaciones para la instalación de Comités de Auditoría Independientes en Pemex y CFE que garanticen rendición de cuentas y transparencia en el uso de los recursos”. El plazo venció el 10 de marzo de 2007. Sólo hasta el 8 de abril de 2008, y después de 50 auto desmentidos, presentó su proyecto de “reforma” petrolera, y la encargada de entregarla en el Senado fue, precisamente, la señora Georgina Kessel.
Es normal que quien va ganando el partido presione al árbitro para que dé el silbatazo final; en cambio, el equipo que va perdiendo exige que estire el tiempo lo más que pueda. Pues bien, la secretaria de Energía pertenece a éste último, pero los nervios la llevan a pensar que forma parte del primero.
■ ¿Y la división de poderes?
Muy nerviosa debe estar la secretaria de Energía, Georgina Kessel, porque sus urgencias la hacen resbalar en público. Da la impresión que su alterado estado de ánimo le impide registrar no sólo que la “reforma” petrolera calderonista es un cadáver insepulto que desde un mes atrás permanece en el velatorio instalado en el patio central de la casona de Xicoténcatl, sino que la lleva a meter la mano donde no le corresponde. Un día sí, y al siguiente también, gira instrucciones al Legislativo, fija fecha para el dictamen, asegura su inmediata aprobación, desautoriza consultas populares, palomea qué debe incluirse en la agenda de los senadores y a éstos apura para que concluyan el jueguito del debate en su propia casa, entre otras directrices.
Es el mismo nerviosismo que la funcionaria mostró en febrero y marzo pasados, el cual la llevó a cometer una serie de pifias en torno a la presentación y contenido de la referida “reforma”, cuando dio por buena una fecha que cinco minutos después fue desmentida por sus propios correligionarios, y ofreció un apocalíptico balance de la situación petrolera del país, para poco después auto desmentirse y hablar de multimillonarios depósitos que elevaban a más de 100 mil millones de barriles las reservas de crudo nacional.
Tanto dijo la secretaria Kessel por aquellos días, que lo único que hizo fue subirse a la fiesta de contradicciones, resbalones y desorganización de lo que ellos mismos llaman “sistema PAN” (inquilino de Los Pinos, partido blanquiazul, con sus diputados y senadores). Pero debe serenarse. Ella ya cumplió con su parte: con todo tipo de desbarajustes, pero hasta allí le toca. El siguiente tramo exclusivamente le corresponde al Legislativo, no al inquilino de Los Pinos –quien en este sentido tampoco canta mal las rancheras– ni a la Secretaría de Energía.
A Georgina Kessel, ni a su jefe en Los Pinos, corresponde autorizar o rechazar la consulta popular. Tampoco fijar fecha para que la “reforma” petrolera calderonista se dictamine, mucho menos apurar el fin del debate en el Senado de la República (dicho sea de paso, a finales de abril pasado la secretaria de Energía se pronunciaba por “no posponer más un debate de altura, serio y responsable” en materia petrolera; hoy ya no siente lo duro, sino lo tupido, y le urge que se cierren las puertas de la casona de Xicoténcatl).
Entonces, serenidad y paciencia (Kaliman dixit), porque el nerviosismo la lleva a ubicarse erróneamente. Hasta donde es oficial, la señora Kessel no ocupa un cargo de elección popular, ni forma parte del cuerpo legislativo del PAN y mucho menos es coordinadora de la bancada blanquiazul en el Senado. Que Gustavo Madero (el nuevo pastor) o Santiago Creel (presidente de la Mesa Directiva) no le reclamen es otra cosa, pero se supone que en Los Pinos respetan, aunque sea en el discurso, la división de poderes, de tal suerte que la secretaria de Energía debe tomar las cosas con más calma.
Sólo falta un mes para que concluya el debate en el Senado, y si de éste los legisladores resuelven desechar –como todo apunta- la propuesta claderonista de privatizar el sector petrolero, pues la señora Kessel deberá aguantar el resultado (“aunque sea por un voto” como dirían en la residencia oficial). De dónde la prisa, si el propio inquilino de Los Pinos presentó su “reforma” con 395 días de retraso, de acuerdo con el calendario por él mismo comprometido.
En sus “100 acciones para los primeros 100 días de gobierno”, Felipe Calderón se comprometió a cumpliría cuando menos con los siguientes compromisos: “se promoverá una legislación que permita a Pemex realizar asociaciones tecnológicas con otras empresas del sector para la explotación de yacimientos en aguas profundas; se revisará la cartera de proyectos de la Cuenca de Burgos, buscando agilizar la entrada en operación de aquellos que tengan más oportunidades de incrementar la producción de gas natural; se impulsará una nueva legislación energética para que sea posible atraer inversión complementaria a la del Estado en refinación y petroquímica, en beneficio de la industria nacional; (y) se promoverán adecuaciones para la instalación de Comités de Auditoría Independientes en Pemex y CFE que garanticen rendición de cuentas y transparencia en el uso de los recursos”. El plazo venció el 10 de marzo de 2007. Sólo hasta el 8 de abril de 2008, y después de 50 auto desmentidos, presentó su proyecto de “reforma” petrolera, y la encargada de entregarla en el Senado fue, precisamente, la señora Georgina Kessel.
Es normal que quien va ganando el partido presione al árbitro para que dé el silbatazo final; en cambio, el equipo que va perdiendo exige que estire el tiempo lo más que pueda. Pues bien, la secretaria de Energía pertenece a éste último, pero los nervios la llevan a pensar que forma parte del primero.