México, reprobado en el sector laboral: OIT
Revista Contralínea
Dos meses antes de que Felipe Calderón asumiera la Presidencia del país, el director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en México y Cuba, Miguel del Cid, advirtió que la economía informal sería un “tremendo desafío” para la nueva administración. Contundente, el experto expresó la preocupación del organismo promotor de los derechos laborales por el creciente nivel de desempleo abierto y de ocupación informal.
El pronunciamiento del responsable de la oficina regional de la OIT, ocurrió en el marco del 12 Foro de Recursos Humanos, el 20 de septiembre de 2006. Cid Molina llamó al presidente electo a “incluir un mayor acceso a crédito, capacitación, asistencia técnica, apoyar la comercialización de los productos, además de una política para abatir el empleo informal”.
Diecisiete meses después de ese análisis, la situación de los trabajadores mexicanos ha empeorado, revela el Informe panorama laboral 2007. América Latina y el Caribe del organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), responsable de convocar “a gobiernos, empleadores y trabajadores de sus Estados miembros con el fin de emprender acciones conjuntas destinadas a promover el trabajo decente en el mundo”, según define en su página electrónica.
El análisis de la OIT indica que con Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Honduras, Jamaica, Panamá, Venezuela y Trinidad y Tobago, México mantuvo el mismo nivel de 2006 en materia de estabilidad laboral. El conjunto de estos países representa casi el 45 por ciento de la población económicamente activa (PEA) urbana de la región.
Para Alfonso Bouzas, especialista en derecho laboral, la cifra correspondiente a la PEA en América Latina oculta que en el país “más de la mitad de la población económicamente activa está sin trabajo y buen número de la mitad que labora, lo hace en el sector informal”.
Esta realidad, señala el también sociólogo del trabajo por la Universidad Nacional Autónoma de México, obedece a que la política laboral que inició con el gobierno de Vicente Fox, sigue la misma lógica en el gobierno de Felipe Calderón.
Sin embargo, reconoce que el deterioro de la situación laboral de los mexicanos inició en la década de 1970: “El salario va en declive y, para recuperar el nivel adquisitivo de esos años, se necesitarán no menos de 30 años”.
Esto significa que una familia mexicana se mantiene con dos o tres salarios mínimos, pues no es factible garantizar la sobrevivencia de las familias con uno solo, expresa el experto en relaciones laborales y regulación del trabajo.
Agrega que “en México hay gente que se está muriendo de hambre y no existe una política para el trabajo decente, tal como lo prevé la Organización Internacional del Trabajo”.
De acuerdo con el organismo de Naciones Unidas encargado de promover la justicia social y los derechos humanos y laborales reconocidos a nivel internacional, el “trabajo decente se basa en el deseo expreso de hombres y mujeres de tener un trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana, que les permita acceder a ellos y a sus familias a un nivel de vida decente”.
Para Alfonso Bouzas, tampoco es previsible que en esta administración el trabajo decente sea una realidad, “porque no está dentro de las prioridades de la política económica y México ya se conformó con ser un país que destina a su población al sector servicios, renunció a la formación académica, intelectual, a la profesionalidad y, cuando más, pretende calificar a su población para trabajos técnicos de mediana envergadura”.
Contra la changarrización
Desde diciembre de 2004, la OIT criticó el rezago laboral existente en el país. Esto ocurrió al publicarse el Informe sobre el empleo en el mundo, 2004-2005. Entonces, el organismo denunció que “muchos mexicanos están empleados en trabajos pobremente pagados, en la economía formal e informal. El mercado laboral mexicano se caracteriza por tener un nivel de sueldos estancado, escasa seguridad social, inadecuada protección social y falta de formación”.
Para el organismo, la poca vinculación del sector maquilador con el resto de la economía nacional provoca que los trabajadores no tengan mejores condiciones laborales. Ante ese diagnóstico de 2004, el catedrático Alfonso Bouzas expresa que la denuncia de la OIT “comprueba que el mercado de trabajo en México es precario y de baja calidad y reafirma que la reactivación del empleo en el país está basada en la changarrización y no en el empleo de calidad”.
Tres años después, en el Informe panorama laboral 2007, la OIT indica que México fue el único país donde aumentó la tasa de desocupación entre enero y septiembre de 2007, al ubicarse en 4.9 por ciento, tres décimas por encima de igual periodo de 2006. “Una cifra que podría subir si la crisis inmobiliaria en Estados Unidos se agudiza y el precio del petróleo se mantiene al alza”.
En el ámbito regional, el desempleo urbano en México registró una tasa promedio de 8.5 por ciento durante los tres primeros trimestres de 2007, por debajo del 9.1 por ciento en igual lapso de 2006. La página 13 del informe de la OIT señala que en nuestro país, la tasa de desempleo urbano (medida en 32 ciudades) subió de 4.6 a 4.9 por ciento en los tres primeros trimestres de 2006 y 2007, respectivamente, resultado de una reducción de la tasa de ocupación de 0.2 puntos porcentuales.
Dos años antes, en el otoño de 2006, Miguel del Cid citaba que, de 1996 a esa fecha, siete de cada 10 trabajos correspondían a la economía informal. En su opinión, eso “es un reflejo de un magro, endeble y fluctuante crecimiento de la economía en los últimos años, así como de un déficit de aplicación de las políticas públicas”.
Entonces, el director de la OIT para Cuba y México señaló que las nuevas políticas laborales del gobierno del Partido Acción Nacional deberían enfocarse a los problemas de las empresas y de las actividades más rezagadas en el ámbito rural y urbano de México, como son las actividades agrícolas. Sin embargo, la evaluación más reciente de la OIT destaca que en México bajó el ritmo en la generación de empleo, pues la tasa de desempleo nacional pasó de 3.6 por ciento a 3.8 por ciento entre fines de 2006 y mediados de 2007.
Además, la OIT subraya que el aumento de la desocupación en México contrasta con el incremento anual de trabajadores afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social, que al cierre del tercer trimestre registró un crecimiento de 6 por ciento.
Esta cifra –cita el documento– representa nuevos puestos de trabajo creados en el periodo, y una parte puede deberse a una mayor fiscalización. Asimismo, el incremento anual en la generación de empleo formal siguió presentando mayor dinamismo en las ocupaciones eventuales urbanas que en las permanentes.
Bouzas Ortiz indica que, de acuerdo con los indicadores, las alternativas para las personas con mediana calificación se estrechan en función de diversas variables: requiere técnica, no ciencia; se requieren hombres, no mujeres; requieren jóvenes, no viejos, y se requiere gente con disponibilidad absoluta de tiempo completo, es decir, dispuesta a prestar servicio cuando se le llame.
“Y en esas condiciones, no podemos decir que quienes aprendimos a leer y a escribir tengamos unas perspectivas muy buenas”.
Mujeres, excluidas
“A partir de la aplicación de una nueva metodología de estimación del empleo informal en Colombia, Ecuador, México, Panamá y Perú para 2006, se considera que en promedio el empleo informal afecta al 61.5 por ciento de la población ocupada urbana. En estos países, las mujeres presentaron mayores porcentajes de empleo informal que los hombres”, indica el informe de la OIT.
Ya en julio de 2006, la responsable del programa Género, Empleo y Pobreza de la OIT, María Elena Valenzuela había indicado que Chile y México son los países de América Latina que tienen la tasa de participación laboral femenina más baja.
Sin sindicatos
La democracia y la libertad están muy relacionadas con los derechos humanos, afirma la OIT. Por esa razón, su ausencia o incumplimiento dificulta el funcionamiento del sistema político y pone en peligro la gobernabilidad y la paz social.
El capítulo “La importancia política del respeto a la libertad sindical en las Américas”, del Informe panorama laboral 2007, dice que las quejas presentadas ante el Comité de Libertad Sindical (CLS) de la OIT procedentes de países latinoamericanos subieron 28.2 por ciento contra el 10.1 por ciento de las provenientes de otros continentes.
De enero de 1990 a junio de 2007, el CLS registró 587 quejas de países de América, con lo que concentró el 57.1 por ciento del total de denuncias por la violación de la libertad sindical, “muy por delante de los otros continentes”, reseña el informe de la OIT. Esa cifra revela, para el académico Bouzas Ortiz, que en México “nos hemos acostumbrado a una política económica antilaboral”.
Es tal el desdén –agrega–, que durante la campaña presidencial de Felipe Calderón no se encuentra una sola vez en ninguno de los documentos de campaña la palabra sindicatos, a pesar de que son actores sociales: parece que se les desearía borrar del escenario.
Dos meses antes de que Felipe Calderón asumiera la Presidencia del país, el director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en México y Cuba, Miguel del Cid, advirtió que la economía informal sería un “tremendo desafío” para la nueva administración. Contundente, el experto expresó la preocupación del organismo promotor de los derechos laborales por el creciente nivel de desempleo abierto y de ocupación informal.
El pronunciamiento del responsable de la oficina regional de la OIT, ocurrió en el marco del 12 Foro de Recursos Humanos, el 20 de septiembre de 2006. Cid Molina llamó al presidente electo a “incluir un mayor acceso a crédito, capacitación, asistencia técnica, apoyar la comercialización de los productos, además de una política para abatir el empleo informal”.
Diecisiete meses después de ese análisis, la situación de los trabajadores mexicanos ha empeorado, revela el Informe panorama laboral 2007. América Latina y el Caribe del organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), responsable de convocar “a gobiernos, empleadores y trabajadores de sus Estados miembros con el fin de emprender acciones conjuntas destinadas a promover el trabajo decente en el mundo”, según define en su página electrónica.
El análisis de la OIT indica que con Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Honduras, Jamaica, Panamá, Venezuela y Trinidad y Tobago, México mantuvo el mismo nivel de 2006 en materia de estabilidad laboral. El conjunto de estos países representa casi el 45 por ciento de la población económicamente activa (PEA) urbana de la región.
Para Alfonso Bouzas, especialista en derecho laboral, la cifra correspondiente a la PEA en América Latina oculta que en el país “más de la mitad de la población económicamente activa está sin trabajo y buen número de la mitad que labora, lo hace en el sector informal”.
Esta realidad, señala el también sociólogo del trabajo por la Universidad Nacional Autónoma de México, obedece a que la política laboral que inició con el gobierno de Vicente Fox, sigue la misma lógica en el gobierno de Felipe Calderón.
Sin embargo, reconoce que el deterioro de la situación laboral de los mexicanos inició en la década de 1970: “El salario va en declive y, para recuperar el nivel adquisitivo de esos años, se necesitarán no menos de 30 años”.
Esto significa que una familia mexicana se mantiene con dos o tres salarios mínimos, pues no es factible garantizar la sobrevivencia de las familias con uno solo, expresa el experto en relaciones laborales y regulación del trabajo.
Agrega que “en México hay gente que se está muriendo de hambre y no existe una política para el trabajo decente, tal como lo prevé la Organización Internacional del Trabajo”.
De acuerdo con el organismo de Naciones Unidas encargado de promover la justicia social y los derechos humanos y laborales reconocidos a nivel internacional, el “trabajo decente se basa en el deseo expreso de hombres y mujeres de tener un trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana, que les permita acceder a ellos y a sus familias a un nivel de vida decente”.
Para Alfonso Bouzas, tampoco es previsible que en esta administración el trabajo decente sea una realidad, “porque no está dentro de las prioridades de la política económica y México ya se conformó con ser un país que destina a su población al sector servicios, renunció a la formación académica, intelectual, a la profesionalidad y, cuando más, pretende calificar a su población para trabajos técnicos de mediana envergadura”.
Contra la changarrización
Desde diciembre de 2004, la OIT criticó el rezago laboral existente en el país. Esto ocurrió al publicarse el Informe sobre el empleo en el mundo, 2004-2005. Entonces, el organismo denunció que “muchos mexicanos están empleados en trabajos pobremente pagados, en la economía formal e informal. El mercado laboral mexicano se caracteriza por tener un nivel de sueldos estancado, escasa seguridad social, inadecuada protección social y falta de formación”.
Para el organismo, la poca vinculación del sector maquilador con el resto de la economía nacional provoca que los trabajadores no tengan mejores condiciones laborales. Ante ese diagnóstico de 2004, el catedrático Alfonso Bouzas expresa que la denuncia de la OIT “comprueba que el mercado de trabajo en México es precario y de baja calidad y reafirma que la reactivación del empleo en el país está basada en la changarrización y no en el empleo de calidad”.
Tres años después, en el Informe panorama laboral 2007, la OIT indica que México fue el único país donde aumentó la tasa de desocupación entre enero y septiembre de 2007, al ubicarse en 4.9 por ciento, tres décimas por encima de igual periodo de 2006. “Una cifra que podría subir si la crisis inmobiliaria en Estados Unidos se agudiza y el precio del petróleo se mantiene al alza”.
En el ámbito regional, el desempleo urbano en México registró una tasa promedio de 8.5 por ciento durante los tres primeros trimestres de 2007, por debajo del 9.1 por ciento en igual lapso de 2006. La página 13 del informe de la OIT señala que en nuestro país, la tasa de desempleo urbano (medida en 32 ciudades) subió de 4.6 a 4.9 por ciento en los tres primeros trimestres de 2006 y 2007, respectivamente, resultado de una reducción de la tasa de ocupación de 0.2 puntos porcentuales.
Dos años antes, en el otoño de 2006, Miguel del Cid citaba que, de 1996 a esa fecha, siete de cada 10 trabajos correspondían a la economía informal. En su opinión, eso “es un reflejo de un magro, endeble y fluctuante crecimiento de la economía en los últimos años, así como de un déficit de aplicación de las políticas públicas”.
Entonces, el director de la OIT para Cuba y México señaló que las nuevas políticas laborales del gobierno del Partido Acción Nacional deberían enfocarse a los problemas de las empresas y de las actividades más rezagadas en el ámbito rural y urbano de México, como son las actividades agrícolas. Sin embargo, la evaluación más reciente de la OIT destaca que en México bajó el ritmo en la generación de empleo, pues la tasa de desempleo nacional pasó de 3.6 por ciento a 3.8 por ciento entre fines de 2006 y mediados de 2007.
Además, la OIT subraya que el aumento de la desocupación en México contrasta con el incremento anual de trabajadores afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social, que al cierre del tercer trimestre registró un crecimiento de 6 por ciento.
Esta cifra –cita el documento– representa nuevos puestos de trabajo creados en el periodo, y una parte puede deberse a una mayor fiscalización. Asimismo, el incremento anual en la generación de empleo formal siguió presentando mayor dinamismo en las ocupaciones eventuales urbanas que en las permanentes.
Bouzas Ortiz indica que, de acuerdo con los indicadores, las alternativas para las personas con mediana calificación se estrechan en función de diversas variables: requiere técnica, no ciencia; se requieren hombres, no mujeres; requieren jóvenes, no viejos, y se requiere gente con disponibilidad absoluta de tiempo completo, es decir, dispuesta a prestar servicio cuando se le llame.
“Y en esas condiciones, no podemos decir que quienes aprendimos a leer y a escribir tengamos unas perspectivas muy buenas”.
Mujeres, excluidas
“A partir de la aplicación de una nueva metodología de estimación del empleo informal en Colombia, Ecuador, México, Panamá y Perú para 2006, se considera que en promedio el empleo informal afecta al 61.5 por ciento de la población ocupada urbana. En estos países, las mujeres presentaron mayores porcentajes de empleo informal que los hombres”, indica el informe de la OIT.
Ya en julio de 2006, la responsable del programa Género, Empleo y Pobreza de la OIT, María Elena Valenzuela había indicado que Chile y México son los países de América Latina que tienen la tasa de participación laboral femenina más baja.
Sin sindicatos
La democracia y la libertad están muy relacionadas con los derechos humanos, afirma la OIT. Por esa razón, su ausencia o incumplimiento dificulta el funcionamiento del sistema político y pone en peligro la gobernabilidad y la paz social.
El capítulo “La importancia política del respeto a la libertad sindical en las Américas”, del Informe panorama laboral 2007, dice que las quejas presentadas ante el Comité de Libertad Sindical (CLS) de la OIT procedentes de países latinoamericanos subieron 28.2 por ciento contra el 10.1 por ciento de las provenientes de otros continentes.
De enero de 1990 a junio de 2007, el CLS registró 587 quejas de países de América, con lo que concentró el 57.1 por ciento del total de denuncias por la violación de la libertad sindical, “muy por delante de los otros continentes”, reseña el informe de la OIT. Esa cifra revela, para el académico Bouzas Ortiz, que en México “nos hemos acostumbrado a una política económica antilaboral”.
Es tal el desdén –agrega–, que durante la campaña presidencial de Felipe Calderón no se encuentra una sola vez en ninguno de los documentos de campaña la palabra sindicatos, a pesar de que son actores sociales: parece que se les desearía borrar del escenario.