Tabasco: ¿Dios o el hombre?
Ricardo Monreal Avila
Se ha dicho que la catástrofe de Tabasco es producto de factores naturales. Uno a uno se van nombrando los factores de la tragedia: el cambio climático, la luna llena o plenilunio de octubre, el frente frío número cuatro, las lluvias excepcionales de la última semana de octubre y el tapón hidráulico en la desembocadura del río Grijalva en el Golfo de México. Casi, casi, un mal designio de Dios.
Sin embargo, a medida que descienden las aguas y los tabasqueños y el país y el mundo entero vemos la desolación y el tamaño del desastre, nos empezamos a preguntar: ¿en verdad todo esto fue obra de Dios? ¿No tuvo nada que ver la mano del hombre, ya sea para prevenir, aminorar o causar esta calamidad?
El gobierno federal tiene una postura prefijada, predeterminada y, en este sentido, prejuiciosa, entendiendo por prejuicio "una creencia fincada más en el dogma y en la Fe, que en la observación científica y en la comprobación razonable". La postura oficial es que este desastre es producto de la naturaleza y no hay responsabilidades que fincar a hombre o institución alguna.
En la lógica providencial del discurso oficial, no hay poder humano sobre la faz de la tierra que haya alineado en el mismo día, a la misma hora y frente al mismo lugar tantos factores adversos: la luna llena, el frente frío, las lluvias torrenciales y un tapón hidráulico. Esto sólo pudo ser obra de un poder sobrehumano, de un poder sobrenatural, así que no hay responsables que perseguir.
Frente a estas explicaciones esotéricas y celestiales, crece enfrente un reclamo terrenal ciudadano: ¿y la responsabilidad del hombre en esta catástrofe? ¿Acaso los tabasqueños fueron castigados severamente por Dios al creer que Tabasco es un Edén?
A medida que baja el agua crecen las evidencias técnicas de que el desastre pudo haberse evitado y hay una cuota de responsabilidad humana e institucional. No sólo con base en las opiniones de los especialistas de la ONU, sino a partir de los planes hidrológicos proyectados --pero nunca ejecutados--, desde hace dos décadas.
Retomando el ejemplo del barco que zozobra en medio de una tormenta y adaptándolo a la catástrofe tabasqueña, Dios sería responsable de la tormenta, del frente frío número cuatro, de la luna llena de octubre, de las lluvias torrenciales y del tapón hidráulico. Pero hombres de carne y hueso son responsables del timón, es decir, del desfogue tardío de la presa Peñitas, del retraso en la construcción de la compuerta El Macayo, del abandono del Programa Integral Contra las Inundaciones (PICI), del desvío de casi dos mil millones de pesos en obras hidrológicas (cobradas pero no ejecutadas), de los arcaicos sistemas de prevención y alerta de inundaciones en la planicie costera de Tabasco, de los permisos de construcción en zonas bajas, de la destrucción de manglares, del relleno de vasos reguladores naturales, en suma, de la depredación ecológica por negligencia, imprudencia, impericia y clara corrupción.
La mayor parte de las evidencias, sin embargo, apuntan a una conducta negligente y dolosa de la CFE. Así lo destaca el periodista Francisco Rodríguez en un análisis que aquí retomamos. "Mario Govea, integrante del Comité Nacional de la Energía, experto en el tema y vocero técnico de los ejidatarios que, con ayuda de Naciones Unidas, consiguieron parar el proyecto de construcción de la hidroeléctrica La Parota, hace unas semanas.
Las tragedia debió preverse "desde hace un mes, incrementando la generación hidroeléctrica en forma permanente", pero no se hizo por ir "en perjuicio de las utilidades de los generadores privados (ya que de cada peso de venta de energía de la CFE, se paga $0.36 a los privados, según datos del Presupuesto de Egresos 2008)".
"Si la CFE hubiese generado electricidad mediante el proceso hidroeléctrico en esas presas desde que los niveles de agua comenzaron a subir, y no con gas para darle más utilidades a los productores privados, la tragedia se habría evitado.
"La Secretaría de Energía, al decir de Govea, está privilegiando generar electricidad con gas para que sean rentables las inversiones extranjeras. Explica que en octubre de 2005, los representantes de empresas de España, Japón, Canadá, Estados Unidos y Francia, entre otros, que invirtieron en plantas de generación eléctrica con gas, se quejaron ante el gobierno mexicano porque la demanda había crecido menos que cuando licitó plantas generadoras, lo que había derivado en una baja rentabilidad de sus proyectos.
"El estancamiento en la demanda de energía obligó al Centro Nacional de Control de la Energía --controla el apagado y encendido de las plantas generadoras-- a mantener fuera de servicio las privadas más tiempo de lo que los directivos de dichas empresas esperaban.
"Sin embargo, desde hace casi cinco años, la demanda de electricidad no ha crecido --por el estancamiento económico--; el consumo nacional atendido por la CFE desde el 2002 se "congeló" en 220 terawatts-hora-anuales (un terawatt es equivalente a mil gigawatts).
"Así el país pasó de un margen de reserva de generación del 7.5% en el 2002, dice el experto, a un promedio de 50% a septiembre pasado, reconocido por Felipe Calderón en su primer informe, cuando el Margen de Reserva Nominal debe ser del 27%.
"A julio de este año, según Govea, la Comisión Reguladora de Energía ha otorgado 667 permisos de generación, de los cuales 605 están vigentes. Los Productores Independientes de Energía (PIEs) comenzaron a operar en el 2000, y antes de esa fecha, la tasa de crecimiento media anual de la CFE era de 2.13%; después, en cuanto a capacidad instalada del 0.34% y de los PIEs del 67.75.
"En generación de energía eléctrica, la tasa de crecimiento media anual de la CFE antes era de 5.4 por ciento, después de menos 3.2, en tanto el crecimiento medio anual de los PIEs es del 89.8 por ciento".
CFE y Conagua afirman que el desastre pudo haber sido mayor si la presa no hubiese sido desfogada a partir del día 29 de octubre. Pero eluden explicar el retraso de una operación que debió iniciar ocho días antes, el 21 de octubre, cuando fueron advertidos de la existencia del frente frío y de lluvias extraordinarias. ¿A qué se debió esta decisión tardía? ¿Tiene que ver con las políticas de la CFE de evitar al máximo la generación hidroeléctrica en sus presas, a fin de adquirir el máximo flujo proveniente de las compañías privadas de electricidad?
De ser así, esta conducta negligente y dolosa, ¿es responsabilidad de Dios o del hombre? Exigir que se aclare, ¿es politizar la tragedia o exigir elemental justicia?
Se ha dicho que la catástrofe de Tabasco es producto de factores naturales. Uno a uno se van nombrando los factores de la tragedia: el cambio climático, la luna llena o plenilunio de octubre, el frente frío número cuatro, las lluvias excepcionales de la última semana de octubre y el tapón hidráulico en la desembocadura del río Grijalva en el Golfo de México. Casi, casi, un mal designio de Dios.
Sin embargo, a medida que descienden las aguas y los tabasqueños y el país y el mundo entero vemos la desolación y el tamaño del desastre, nos empezamos a preguntar: ¿en verdad todo esto fue obra de Dios? ¿No tuvo nada que ver la mano del hombre, ya sea para prevenir, aminorar o causar esta calamidad?
El gobierno federal tiene una postura prefijada, predeterminada y, en este sentido, prejuiciosa, entendiendo por prejuicio "una creencia fincada más en el dogma y en la Fe, que en la observación científica y en la comprobación razonable". La postura oficial es que este desastre es producto de la naturaleza y no hay responsabilidades que fincar a hombre o institución alguna.
En la lógica providencial del discurso oficial, no hay poder humano sobre la faz de la tierra que haya alineado en el mismo día, a la misma hora y frente al mismo lugar tantos factores adversos: la luna llena, el frente frío, las lluvias torrenciales y un tapón hidráulico. Esto sólo pudo ser obra de un poder sobrehumano, de un poder sobrenatural, así que no hay responsables que perseguir.
Frente a estas explicaciones esotéricas y celestiales, crece enfrente un reclamo terrenal ciudadano: ¿y la responsabilidad del hombre en esta catástrofe? ¿Acaso los tabasqueños fueron castigados severamente por Dios al creer que Tabasco es un Edén?
A medida que baja el agua crecen las evidencias técnicas de que el desastre pudo haberse evitado y hay una cuota de responsabilidad humana e institucional. No sólo con base en las opiniones de los especialistas de la ONU, sino a partir de los planes hidrológicos proyectados --pero nunca ejecutados--, desde hace dos décadas.
Retomando el ejemplo del barco que zozobra en medio de una tormenta y adaptándolo a la catástrofe tabasqueña, Dios sería responsable de la tormenta, del frente frío número cuatro, de la luna llena de octubre, de las lluvias torrenciales y del tapón hidráulico. Pero hombres de carne y hueso son responsables del timón, es decir, del desfogue tardío de la presa Peñitas, del retraso en la construcción de la compuerta El Macayo, del abandono del Programa Integral Contra las Inundaciones (PICI), del desvío de casi dos mil millones de pesos en obras hidrológicas (cobradas pero no ejecutadas), de los arcaicos sistemas de prevención y alerta de inundaciones en la planicie costera de Tabasco, de los permisos de construcción en zonas bajas, de la destrucción de manglares, del relleno de vasos reguladores naturales, en suma, de la depredación ecológica por negligencia, imprudencia, impericia y clara corrupción.
La mayor parte de las evidencias, sin embargo, apuntan a una conducta negligente y dolosa de la CFE. Así lo destaca el periodista Francisco Rodríguez en un análisis que aquí retomamos. "Mario Govea, integrante del Comité Nacional de la Energía, experto en el tema y vocero técnico de los ejidatarios que, con ayuda de Naciones Unidas, consiguieron parar el proyecto de construcción de la hidroeléctrica La Parota, hace unas semanas.
Las tragedia debió preverse "desde hace un mes, incrementando la generación hidroeléctrica en forma permanente", pero no se hizo por ir "en perjuicio de las utilidades de los generadores privados (ya que de cada peso de venta de energía de la CFE, se paga $0.36 a los privados, según datos del Presupuesto de Egresos 2008)".
"Si la CFE hubiese generado electricidad mediante el proceso hidroeléctrico en esas presas desde que los niveles de agua comenzaron a subir, y no con gas para darle más utilidades a los productores privados, la tragedia se habría evitado.
"La Secretaría de Energía, al decir de Govea, está privilegiando generar electricidad con gas para que sean rentables las inversiones extranjeras. Explica que en octubre de 2005, los representantes de empresas de España, Japón, Canadá, Estados Unidos y Francia, entre otros, que invirtieron en plantas de generación eléctrica con gas, se quejaron ante el gobierno mexicano porque la demanda había crecido menos que cuando licitó plantas generadoras, lo que había derivado en una baja rentabilidad de sus proyectos.
"El estancamiento en la demanda de energía obligó al Centro Nacional de Control de la Energía --controla el apagado y encendido de las plantas generadoras-- a mantener fuera de servicio las privadas más tiempo de lo que los directivos de dichas empresas esperaban.
"Sin embargo, desde hace casi cinco años, la demanda de electricidad no ha crecido --por el estancamiento económico--; el consumo nacional atendido por la CFE desde el 2002 se "congeló" en 220 terawatts-hora-anuales (un terawatt es equivalente a mil gigawatts).
"Así el país pasó de un margen de reserva de generación del 7.5% en el 2002, dice el experto, a un promedio de 50% a septiembre pasado, reconocido por Felipe Calderón en su primer informe, cuando el Margen de Reserva Nominal debe ser del 27%.
"A julio de este año, según Govea, la Comisión Reguladora de Energía ha otorgado 667 permisos de generación, de los cuales 605 están vigentes. Los Productores Independientes de Energía (PIEs) comenzaron a operar en el 2000, y antes de esa fecha, la tasa de crecimiento media anual de la CFE era de 2.13%; después, en cuanto a capacidad instalada del 0.34% y de los PIEs del 67.75.
"En generación de energía eléctrica, la tasa de crecimiento media anual de la CFE antes era de 5.4 por ciento, después de menos 3.2, en tanto el crecimiento medio anual de los PIEs es del 89.8 por ciento".
CFE y Conagua afirman que el desastre pudo haber sido mayor si la presa no hubiese sido desfogada a partir del día 29 de octubre. Pero eluden explicar el retraso de una operación que debió iniciar ocho días antes, el 21 de octubre, cuando fueron advertidos de la existencia del frente frío y de lluvias extraordinarias. ¿A qué se debió esta decisión tardía? ¿Tiene que ver con las políticas de la CFE de evitar al máximo la generación hidroeléctrica en sus presas, a fin de adquirir el máximo flujo proveniente de las compañías privadas de electricidad?
De ser así, esta conducta negligente y dolosa, ¿es responsabilidad de Dios o del hombre? Exigir que se aclare, ¿es politizar la tragedia o exigir elemental justicia?