Bloggeando desde Zacatecas

El Sr. López| El Fraude Electoral|La Verdad Sea Dicha|Las Protestas|Foxilandia|El Fraude Según Fox
BLOG En Constante Actualización, F5 Para Recargar

México Necesita Que Lo Gobierne Las PUTAS, Porque Sus Hijos Le Fallaron

M O R E N A (MOvimiento de REgeneración NAcional)

Blogeando Desde Zacatecas En Pie De Lucha Rumbo Al 2012, AMLO PRESIDENTE

viernes, 18 de mayo de 2007

DESAFIO

Rafael Loret de Mola


*Panistas Divididos
*El Muerto Viviente
*Fantasma Chocarrero


Como si se tratara de dos corrientes políticas enfrentadas, por ende distantes y sin paralelismos posibles, la dirigencia nacional del PAN y el presidente Felipe Calderón se disputan el liderazgo partidista con la pretensión de orientar, de acuerdo a los propósitos de cada grupo, el destino de la militancia. Para algunos, los panegiristas del estado de cosas, tal es muestra encomiable de vitalidad democrática; para otros, prueba palpable de la vulnerabilidad del mandatario a quien sus propios correligionarios, o buena parte de ellos, niegan como abanderado pese al esfuerzo desplegado para garantizar, como fuese, la continuidad política y la permanencia de los panistas en el poder.
Curioso: durante el derrotero presidencial de los Fox, ella y él, se insistió, de manera reiterada, que el PAN, pese haber ganado la Presidencia, no había entrado de lleno a Los Pinos considerando la inclinación de Vicente, el de Guanajuato, por las figuras claves del pasado, sobre todo en los planos financieros, al que tanto cuestionó. No faltaron las voces de cuantos apuraron que el verdadero cambio se daría cuando el PAN sentara sus reales en Los Pinos, una oferta deslizada, si bien de manera discreta, durante la controvertida campaña presidencial de 2006.
Y ahora, culminado el relevo con visos de escándalo comicial y por tanto bajo el agobio de lograr la unidad en una sociedad polarizada, el líder nacional panista, Manuel Espino Barrientos, no sólo disputa con el señor Calderón enfoques y proyectos sino que, al mismo tiempo, no cesa en su exaltación del foxismo, incluso acompañando al ex presidente en sus periplos al extranjero con agraciados contratos bajo el brazo, como recurso para chantajear a la casa presidencial pretendiendo obligarla a ceder posiciones y asegurar permanencias con buenas dosis de impunidad.
Vale la pena detenernos en este punto para analizar contextos y antecedentes. Cuando el Constituyente de Querétaro impulsó la normativa superior y diseñó la estructura republicana concentró buena parte de sus afanes, si bien mediando severos debates, en el principio de la “no reelección” considerando que así pondría el punto final a la constante posrevolucionaria en pro del golpismo y los caudillajes. Pese a ello, en los lustros subsecuentes no faltaron ajustes de cuenta –como la matanza de Huitzilac en donde se segó la existencia del general Francisco Serrano cuando iniciaba su cruzada por la Presidencia-, ni intentos de perpetuidad –el “maximato” de Plutarco Elías Calles finiquitado cuando el último caudillo fue exiliado del país-, en un entorno convulso que sólo pudo ser controlado -tal exhibe la historia- cuando el presidencialismo se cimentó como el “único cacicazgo nacional”, de acuerdo a la acertada sentencia del hidalguense Manuel Sánchez Vite.
Tiempo después el sistema se controló a sí mismo: a la no reelección sumó el desmantelamiento sexenal de cada régimen finiquitado. Se entendió que el verdadero liderazgo, en una nación profundamente presidencialista, sólo podía alcanzarse cuando cesara la luz del antecesor reverenciado hasta el último minuto de su mandato. No había lugar –salvo excepciones muy específicas- para quienes formaron, con el mandatario saliente, el círculo íntimo del poder. Y de esta manera, como si se tratara de la prolongación espiritual de Huitichilobos, terminaba el rito y el ciclo con verdadero apego por la renovación aunque fuese el mismo partido el que se mantuviera en el poder frente a una oposición cuya estática era bastante mayor a su capacidad estructural.
Debate
Los panistas del presente, tan acuciosos para copiar algunos de los vicios mayores del priísmo hegemónico –por ejemplo cuanto se relaciona con la alquimia electoral como está demostrándose en Yucatán en la víspera de la elección de un nuevo gobernador, o gobernadora, con redaños caciquiles-, quieren diferenciarse extendiendo sus lealtades más al pasado que al presente, esto es más para proteger y consentir a los Fox que para hacer causa común con el señor Calderón. Sin duda, una distorsión por demás absurda si, como lo hemos hecho en esta columna, observamos y medimos los saldos negativos de la administración anterior y la imposibilidad de que alcance la redención histórica. Acaso por ello es más fuerte la torpe reacción de sus correligionarios: esto es para tratar de modificar el sentido del juicio definitivo procurando así “salvar” a la primera alternancia aun cuando hubiese contrariado todas sus ofertas iniciales.
Pero también se utiliza a los Fox como elementos sustantivos para ampliar los chantajes institucionales y mantener la carga de las ambiciones. Desde luego, la vulnerabilidad estructural de la administración federal en curso, todavía en vías de consolidación bajo el peso del pago de facturas interminable, prohíja el fenómeno y posibilita los sonados desafíos “desde dentro” en plena catarsis política. Y tal perspectiva no puede centrarse, ni mucho menos, en el ideal democrático sino más bien es consecuencia de la lucha sectaria encendida por la crispación general y habilitada por la polarización de la sociedad mexicana. En medio del fuego cruzado sigue estando el mandatario bienintencionado, arrastrando sus pecados originales que merman su propia legitimidad, a quien no pocos desean ver marginado, acotado, vencido.
Por supuesto, un presidente fuerte, en términos legales y no como depositario de funciones y facultades arrebatadas a los otros poderes de la Unión, reduciría las presiones y exhibiría a los ambiciosos; igualmente procuraría deslindarse de un pasado que denigra y no justificarlo para mantener los espejismos partidistas, siquiera con le propósito de convencer a la opinión pública, tan adicta a los mensajes mediáticos, de que el cambio sigue siendo el propósito central tras la caída del priísmo hegemónico... ahora vuelto a reacomodarse con todo su caudal de vicios. Otra vez miramos hacia Yucatán para corroborarlo.
Insisto: si el panismo copió los vicios mayores del viejo PRI al tiempo de extremar lealtades hacia el pasado, a diferencia de lo que ocurría con las sucesiones entre priístas, para no hacer escarnio de sus antiguos ponentes ni proveer el escándalo respecto a los excesos evidentes de éstos, debemos concluir que el cambio prometido consistió en una nueva versión del viejo régimen, corregida y aumentada. Más simulación y menos lealtad de conciencia; más impunidad y menos vocación de justicia. Peor que seguir en punto muerto.
El Reto
Desde luego, el señor Calderón tiene consigo la solución a tantas vicisitudes y desviaciones: sencillamente la legalidad. Pero no dicho con la desgastante hipocresía de los hombres públicos, que a fuerza de repetir el adjetivo han terminado por anularlo, sino con sentido común. Si los chantajes le vienen desde la entraña del pasado reciente, como exhibe el ultraderechista Manuel Espino, ¿acaso no cuenta con las indagatorias judiciales para reducir al foxismo a su verdadera expresión y zanjar, de una vez por todas, el ominoso capítulo aun cuando algunos panistas se rasguen las vestiduras suponiendo que se lesionaría con ello la imagen de su “impoluto” partido? El mismo criterio, sí, que siguen algunas jerarquías eclesiásticas para proteger, con el cobijo de la impunidad, a los religiosos pederastas, desde curas de pueblo hasta obispos negociadores.
Podría Felipe Calderón hacer tantas cosas. Para comenzar, no permitir que en su nombre se afrentara a los yucatecos con una elección de estado precisamente en una entidad muy sensible ante el acoso oficial y frente al centralismo. Sería deleznable, sí, que una vez más el duelo de cacicazgos en el Mayab terminara como el rosario de Amozoc por ausencia de sensibilidad política. De ello, claro, nos ocuparemos mañana mismo.
La Anécdota
Tras la victoria de los “barbudos” en Cuba, el general Lázaro Cárdenas, ex presidente de la República que consolidó su mandato luego de la expulsión de Plutarco Elías Calles, el llamado “jefe máximo”, afianzando el modelo presidencialista, se pronunció vigorosamente por resaldrá a la Revolución y asistió a La Habana, de motu propio, para acompañar a Fidel, el Ché y Camilo en sus celebraciones.
Años después, al arribar Gustavo Díaz Ordaz a la Presidencia –diciembre de 1964-, el nuevo mandatario supo de los propósitos de Cárdenas para parapetarse en la isla antillana contra “el imperialismo”. Y le mandó llamar:
--Me ha pasado algo extraño, mi general –le dijo Díaz Ordaz al “Tata” Cárdenas-. Fíjese usted que anoche se me apareció el fantasma del general Calles pidiéndome justicia.
El viejo militar michoacano entendió el mensaje... y calmó sus ansias. Sin duda, una buena lección.