DIAS EXTRAÑOS

La llaman La Señora Presidenta y, en términos reales, podemos hablar de ella como la segunda mujer que gobierna este país.

De hecho, acaba de celebrar sus primeros cien días de gobierno con la aprobación de la reforma al ISSTE. Su poder se deja sentir por todos lados, desde las desangeladas oficinas del SNTE y de la Secretaría de Educación Pública hasta en los recovecos más oscuros de la Lotería Nacional, las ruinas del ISSSTE y en los jardines palaciegos de Los Pinos.

Cuentan que durante las elecciones lanzó un terrible hechizo sobre los mexicanos que desde entonces nos mantiene como zombies empanizados y que permitió que Felipe Calderón alcanzara el poder, sólo para servirle incondicionalmente. No lo culpo: quienes viven bajo los influjos o hechizos de La Maestra son incapaces de desobedecer sus órdenes, so pena de quedar degradados para siempre o ser convertidos en sapos.

Muchos se preguntan qué clase de intereses están detrás de sus maniobras políticas y hasta dónde pretende llegar colocando a sus criaturas predilectas en posiciones estratégicas de la política nacional. Los analistas políticos se quiebran la cabeza en la deducción de sus propósitos secretos y en la manera en que, como una viuda negra, ha tejido sus redes entre políticos, empresarios, medios y sindicatos.

El asunto puede resultar perturbador: ¿Para qué quiere tanto poder? ¿Acaso lo necesita o sólo busca más y más por la misma razón que la D’Alessio colecciona maridos? ¿Qué clase de fuego la motiva a ser esa fiera dominante y calculadora, y a mover sus piezas políticas como marionetas de un modo incansable?.

Señoras y señores, niñas y niños, basta mirar a lo más profundo de su ser para descubrir la quintaesencia de sus desplantes. Mírenla, mírenla bien, no se detengan en lo superficial, no juzguen con ligereza su mirada; si tuvo a bien elegir a Picasso como cirujano plástico es sólo porque aspira a la belleza como cualquier mujer. ¿Por qué? ¿Se preguntan por qué?

Porque quiere que la quieran.

(Entra música de violines melancólicos)

¿No es acaso lo que todos queremos? ¿Puede ser alguien culpable de querer que lo quieran? No, ¿verdad? Sin embargo, todo mundo juzga lo feo de sus actos, lo feo de sus modos políticos, lo feo de sus cuotas de poder, lo feo de que su cuñado esté de subsecretario en la SEP, lo feo de su amasiato político con Calderón...

Elbi la Fea, la llaman, ¿pero quién piensa en cómo está su corazón? ¿Lo han pensado alguna vez? ¿Creen que hace todo esto por gusto? ¿Creen que le gusta ser odiada y temida? Oh, no, claro que no, pero no sabe cómo cambiar, igual que Lety la Fea y todas las Feas de esa franquicia.

Así que os pido que no la juzguéis por lo exterior, no miréis a la recalcitrante lideresa del SNTE sino al amor auSENTE que grita en su mirada y que, pese a todo, no abandona su irreversible vocación por el magisterio o, lo que es lo mismo: nunca deja de enseñar el cobre.