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jueves, 24 de agosto de 2006

La predicción del IFE: ¿ciencia o colusión?

Ernesto Villanueva

El Instituto Federal Electoral, en su larga agonía, no termina de ofrecer sorpresas. Ahora se trata de cómo ha manejado sus spots de radio y televisión y, en particular, del contenido y oportunidad de los mensajes referidos que llaman, por decir lo menos, a sospecha. Veamos.Primero. En México, la ley es omisa en detallar cómo deben regularse la publicidad oficial y las campañas de difusión. La Secretaría de Gobernación ha debido realizar año con año lineamientos sobre el tema por mandato legislativo. No es el caso, empero, del IFE. Pero el Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal 2006, en su artículo 32, párrafo segundo, dispone de manera que no deja lugar a dudas: “En ningún caso podrán utilizarse tiempos fiscales, tiempos oficiales o recursos presupuestarios con fines de promoción de la imagen institucional, incluyendo la del titular del Ejecutivo Federal”. Y se refiere, por supuesto, a los tres poderes constitucionales y a los organismos autónomos. El cumplimiento de esta disposición ha sido desigual y ha requerido de un trabajo de escrutinio social.Segundo. El instituto ha echado mano de un célebre personaje de nombre Manuel López Bernal –fue alto funcionario de la PGR en uno de los momentos de mayor tensión de ésta, por el homicidio del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar– para fungir como secretario ejecutivo del IFE, con la ayuda activa del consejero presidente, Luis Carlos Ugalde. López Bernal tiene, pues, la principal posición de esa institución por las numerosísimas atribuciones que la ley le confiere, pero extrañamente ha estado fuera del radar de los medios. Sin embargo, fue él quien desplegó la estrategia de medios para el posicionamiento del IFE, con algunos resultados malos y otros peores, pues todos son ejemplos de lo que no se debe hacer desde una perspectiva democrática.Tercero. Contra el espíritu de lo previsto en el Presupuesto de Egresos, el IFE desarrolló una política de comunicación que precisamente busca “promover” al IFE, término éste que, según el diccionario de la Real Academia Española, significa “iniciar o adelantar una cosa procurando su logro”. Y eso justamente puede advertirse en diversos spots aparecidos durante todo el proceso electoral, como aquellos que, antes de la elección, difundió el IFE mezclando información con promoción institucional.Cuarto. Uno de los spots de autopromoción y defensa de la percepción ciudadana del IFE reza: “A Luis el taxista, a Sarita la de la fonda, a Lolita la enfermera, a don Ray el carnicero, a Jorge el contador, a Vanesa la abogada, a Guillemo el arquitecto, a Manuel el plomero, a Javier el electricista, a Laurita la de la estética, a doña Rosa de la zapatería… a todos los funcionarios de casilla, a todos lo representantes y observadores… a todos, absolutamente a todos los mexicanos, sólo queremos decirles: ¡Gracias! ¡Gracias por su credibilidad y confianza! ¡Gracias por vivir la democracia!: IFE”.Al analizar este spot, surgen interrogantes obligados: En un país con tantas carencias, ¿quién podría estar de acuerdo en que a usted o a mí nos facturen a nuestra cuenta un spot para agradecernos haber cumplido con la ley? Se trataría de una especie de autofelicitación. ¿Esa sería información de interés público? Por supuesto que no. En estos casos se pagaron –licitación de por medio, por supuesto– 13 millones 460 mil pesos a una empresa privada, Industria 3. ¿Ese dinero no podría haber servido para atender alguna necesidad más urgente del país que fortalecer la percepción de las personas sobre el papel del IFE? ¿Por qué el IFE no fue, al menos, un poco más recatado con el dinero que no es suyo para sus labores de autopromoción institucional, buscando otras opciones, como Estudios Churubusco Azteca, empresa paraestatal sin fines de lucro que hubiera cobrado al menos la mitad de lo erogado en la empresa privada, como lo hizo, por ejemplo, la wde Delitos Electorales (FEPADE), que pensó en la austeridad como principio? Quinto. Esto es peccata minuta comparado con otros spots que el señor López Bernal mandó hacer. No tiene desperdicio, por ejemplo, uno que se transmitió por radio y televisión para responder a las críticas de Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores después de la jornada electoral: “¿Qué hay detrás de 914 mil funcionarios de casilla, 221 millones de boletas, 131 mil casillas y 5 mil litros de tinta? Detrás de estas cifras están 72 millones de mexicanos que, con su voto, construyeron un mejor futuro para sus familias. Este 2 de julio, la voluntad de los mexicanos habló. Con credibilidad y confianza, vive la democracia”. Los spots del IFE no sólo violan el espíritu de la ley, sino que además contienen un extraño elemento de predicción. Resulta que López Bernal hizo este spot no el 2, el 3 o el 4 de julio, como cualquier persona podría suponer, sino que ya lo había elaborado 38 días antes de los comicios; es decir, el 24 de mayo, bajo la leyenda “Preventivo poselectoral”, según consigna la bitácora interna de spots del IFE con el logo de la empresa ProezaSlai. El diccionario de la Real Academia Española define “prevenir” como: “conocer de antemano o con anticipación un daño o un perjuicio”. Y, en consecuencia, no pueden dejar de formularse las siguientes preguntas: ¿Cómo el IFE y su operador, el señor Manuel López Bernal, supieron con anticipación “de un daño o perjuicio”? ¿Se trata sólo de una predicción de que la coalición Por el Bien de Todos perdería los comicios y reaccionaría con las denuncias cuya respuesta el IFE tenía preparadas desde 38(!) días antes? ¿Los errores durante la jornada electoral, por el contrario, fueron limitaciones del Señor Bernal y de su equipo o, por el contrario, fueron parte de una estrategia para que sus predicciones pudieran traducirse en hechos? Así las cosas, ¿sería posible pensar que el señor Manuel López Bernal pudiera generar dudas razonables, al menos una, de que él y el IFE fueron parte de una acción concertada para llegar a los resultados formales que hoy conocemos? En todo caso, valdría la pena seguir la ruta de las evidencias. Acaso, al final de todo, se trataría de una mera coincidencia, de un acto de buena fe, compromiso y gran capacidad de predicción de este hombre, al que México no debería desaprovechar en el futuro inmediato para que siga prestando sus valiosos servicios al Estado mexicano, sin olvidar las palabras con que el consejero presidente del IFE, Luis Carlos Ugalde, le dio posesión el 30 de septiembre de 2005: “Los consejeros electorales estamos convencidos de que el licenciado Manuel López Bernal es garantía para que el IFE continúe trabajando con absoluta normalidad y eficacia, por el bien de la democracia en nuestro país”. ¿Será? ?



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