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lunes, 7 de agosto de 2006

CALDERON Y EL YUNQUE

Curioseando por ahi me encontre una nota periodistica de fecha sabado 22 de abil del 2006, y me parecio oportuna insertarla en el blog, ya que habla de como FECAL pone en manos de la organización el YUNQUE su campaña.

va la nota

CALDERON Y EL YUNQUE
Sabado 22 de Abril de 2006 | Hora de publicación: 00:55

En los últimos dos meses hemos observado un cambio notable en Felipe Calderón. La campaña presidencial felipista, que inició a finales de 2005 una vez derrotado Santiago Creel, no es la misma al concluir abril. Aquélla arrancó con un candidato gris, antipático, iracundo, sin conexión con el electorado; ahora, éste se ha convertido en un personaje populachero, ocurrente, bromista y, hasta cierto punto, simpático. Por salud pública, sería bueno preguntarnos: ¿qué factores explican este cambio significativo del abanderado panista? Si pensamos en un hipotético triunfo de Felipe Calderón, necesariamente tenemos que estar pendientes de saber hasta dónde llegará su capacidad de autonomía y de libertad respecto con El Yunque. Éste último, su verdadera lanzadera en las recientes encuestas y cuyos integrantes se han convertido en los auténticos operarios de la guerra sucia, con Manuel Espino encabezándola.
Al presentarse a la contienda interna del PAN, una de las bazas de Felipe Calderón fue su calidad de panista auténtico, con una militancia probada y su rechazo al oportunismo político del neopanismo. Su cercanía con las bases del partido, y no con el presidente Fox, le sumaron votos entre los delegados del PAN, que rechazaron tajantemente la propuesta inicial del grupo encumbrado en la Presidencia: El Yunque. La primera opción de este grupo, supuestamente secreto (en palabras de Álvaro Delgado), fue dejar correr la posibilidad de una candidatura presidencial de Marta Sahagún. La segunda intención, una vez fallida la primera, se desplegó en torno a uno de los principales integrantes de este grupo, el ex gobernador Alberto Cárdenas, y, finalmente, la tercera carta jugada fue la candidatura del malogrado e incompetente ex secretario de Gobernación, Santiago Creel. Es decir, la última opción de El Yunque, o tal vez nunca lo fue, se llamaba Felipe Calderón, un panista de vieja cepa que junto al desaparecido Carlos Castillo Peraza, se mostraban críticos y combativos con el ala conservadora y sectaria del PAN, representada por el grupo en cuestión. Es decir, con la candidatura de Felipe Calderón, el PAN regresaba a sus orígenes como partido, así fue percibido por una parte de los militantes y simpatizantes del mismo; pero al mismo tiempo, también regresaba el PAN de los ortodoxos y los perdedores, de aquellos políticos incapaces de ganar una elección. Así transcurrieron los primeros meses de campaña, con un candidato que no levantaba.
Sin embargo, las cosas cambiaron cuando Felipe Calderón decidió poner la campaña en manos de El Yunque, consciente de sus escasas posibilidades de triunfo de seguir su incompatibilidad con ese grupo y con el presidente del PAN, Manuel Espino. Recordemos que Felipe Calderón mencionó hace unos dos meses: “…ahora sí empieza la campaña…” y “…ahora sí me coordinaré con Espino…”; y si hacemos uso de la memoria y la lógica política, éstas nos indican que ningún candidato presidencial puede ganar si tiene al presidente del partido en contra. De esta manera, el candidato presidencial ajustó sus diferencias, acaso temporales, con el presidente Vicente Fox y con el dirigente panista. Por ejemplo, es evidente que los cuadros de El Yunque han ocupado los principales puestos en las listas plurinominales de diputados y senadores y las negociaciones por las candidaturas en los distintos estados han estado encabezadas directamente por Manuel Espino, no por el equipo cercano al candidato. Tan sólo basta echar un vistazo al proceso interno en Sonora. Es decir, el candidato Felipe Calderón no es la causa del bajón en las preferencias electorales del candidato perredista; las razones se encuentran en una serie de errores cometidos por AMLO, que El Yunque ha sabido capitalizar. Por una parte, elaborando un plan de proselitismo electoral encomendado a Vicente Fox y, por otra, con una serie de alianzas estratégicas con otros grupos de poder, que incluyen lo pactado con los principales medios de comunicación electrónicos e, incluso, con la mismísima Elba Esther Gordillo.
Si el proceso democrático decide que Felipe Calderón sea el triunfador de la contienda electoral, el compromiso de los mexicanos será apoyar al ganador, respetando y reconociendo su triunfo. No obstante, también será tarea de los ciudadanos estar pendientes de que este grupo de la derecha no se apoderé del nuevo gobierno. Un Estado confesional de facto, donde el arzobispo pontifica como secretario de gobernación y el encargado de gobernación imparte catecismo, no es bueno para México. La experiencia de los últimos años nos dio la confianza suficiente para tener un México sin el PRI en la presidencia. La pregunta para los próximos años será: ¿podremos tener una presidencia sin El Yunque?


LA CRONICA